domingo, marzo 26, 2006

 

-CUANDO APRENDER ES SENCILLO, SÓLO SERÁ USTED UN TONTOPOLLAS SI QUIERE-

En un mundo global, en el que si no sabe uno idiomas, no se come una mierda,alguien tenía que coger el toro por las cuernas y dar el paso.

http://www.castpost.com/search.php?t=Multimedia-Idiomas

Porque creo firmemente en la cultura y el conocimiento, pongo de modo gratuito a su disposición un curso que le abrirá las puertas de la aldea globalizada, o bien de la globalización aldeana. Eso dependerá de usted.
(Supervisado por el profesor Amarguren.)

 

NOTICIA DE ULTIMA HORA (Se desarticulará en breve una poderosa red de cabrones malos.)


Los servicios de inteligencia militar de Vallmoll, en el condado de Highfield, en la mañana de ayer sábado 25 de Marzo, consiguieron apresar en una masía abandonada a un individuo de características muy peligrosas.


Los detectives estaban ya tras la pista. Una organización mafiosa con sede en Barcelona o alrededores, estaba a punto de distribuir mercancía terrorista. No se sabía la fecha. No se sabía el tipo de género. Y no se sabían los objetivos finales.

Gracias a las búsquedas en internet, se llegó a sospechar que algo pudiera ocultarse en unas inocentes camisetas. Se les siguió el rastro y se pudo finalmente conocer el momento de la entrega y el contacto.






Vemos al acorralado caballero afrontando la situación con claros síntomas de desequilibrio.



El hombre de la imagen, con una identidad más falsa que los billetes del Monopoly, acudió a la oficina de Correos, aparcó un sospechoso Opel Corsa, con la matrícula doblada y las puertas abolladas, entró dentro del edificio y al poco salió escondiendo bajo un mono verde de trabajo, un mosqueante paquete.

El sujeto advirtió que algo no iba bien y se dio a la fuga. Quince patrullas de policía y un tanque lo persiguieron durante horas hasta que en un camino rural los despistó.
Por suerte, un helicóptero de las fuerzas municipales, que estaba revisando zonas azules, presenció la situación y dio las señas del paradero del criminal por medio de la radio a los perseguidores, que acabaron sorprendiéndolo en una vieja casa de campo.
Cuando fue detenido, el hombre, alto, guapísimo, de fuerte constitución física y escaso contenido psíquico, se mostró contento, bebido, haciendo el pino, y ajeno a la realidad.





El potencial agresivo queda patente en la propia camiseta.



La policía científica enseguida detectó que las camisetas estaban compuestas de sustancias.
Llevaban algodón como base. Pero se hallaron también partículas de chipirón en la tinta de la estampación, átomos de poliéster en los etiquetados y adn de galgo ruso por todas partes.
La organización mafiosa se dedicaba a la trata de perros de lujo robados en las zonas residenciales de alto standing. Y los iban distribuyendo extrayéndoles el mapa genético en pequeñas dosis e impregnándolo en unas camisetas de dudoso gusto.
Con unas seiscientas mil camisetas, el comprador disponía de todo lo necesario para reconstruir su propio perro.
El detenido aseguró no saber nada de eso. Juró que no conocía a nadie en Barcelona, y que sólo se había tomado tres cervezas.
En la noche de ayer mismo, un equipo de psicólogos, parapsicólogos y mediums, analizó a fondo la mente del individuo.
El resultado fue que este hombre era simplemente un honrado trabajador del mueble y que había sido poseído por el mono verde. La voluntad que gobernaba sus actos era la del mono.
El modus operandi de la organización era el siguiente:
Distribuían monos verdes a buen precio por las empresas y los rociaban con adn de dogos argentinos, o pitbulls anfetaminados. Entonces la maldad penetraba en la piel del trabajador cuando sus propios sudores deshacían la capa de perro malo que recubría la prenda. De ese modo se mezclaban entre sí ambas materias, volviendo loco al hombre y haciendo de él un instrumento para los mafiosos.

La identidad del trabajador y el nombre de la organización deben permanecer en el anonimato por secreto sumarial.
Pero, tranquilos, que pronto lo filtrará alguna cadena de televisión.

domingo, marzo 19, 2006

 

- RAMJHDRAMABÁN, EL FAKIR.- (Cuento popular hindú.)

PENÚLTIMO CAPÍTULO

Érase una vez un veterano fakir que sentía mal su cuerpo y su espíritu. Un cuerpo hecho al sereno soporte del tormento. Un espíritu acostumbrado a sobrecargar dioses con muchas patas como arañas y con trompas como marinos.
El vivido fakir, de joven había arrastrado grúas con la minga, no sin esfuerzo, sino literalmente, se había clavado agujas de hacer punto hasta en los pulmones, se había merendado montaditos de tornillería diversa, se había encantado de conocer cobras, etc.

Pero llegó un momento en que cuando regresaba a casa después de sus actividades, lo hacía cabizbajo y meditabundo. Ya no sonreía al pillarse los dedos con la puerta como siempre, ya el dolor no le producía paz.
Su familia lo veía envejecido, desgastado. Había pegado en pocos meses un bajón enorme.

-¿Cómo te ha ido el día?- Le preguntaba su anciana esposa.

-Bah.- Contestaba él, mientras miraba con ojos de tristísima humedad la bombillita del techo.

Algún secreto ocultaba a sus parientes. Algo le pasaba que no decía.
Su mujer por las noches intentaba relajarlo rascándole enérgicamente la espalda con el rallador de cocina, y él hacía como si durmiese, pero no la engañaba. Ese varón no fingía dormir: Dormía como un leño.
Ella lloraba a su lado, pues en los buenos tiempos él jamás había dormido, ni falta que le hacía. Que no necesita corporal descanso aquel que domina la mente hasta el extremo de estarse todo el santo día metido en trances.

Rambdadhangrán ya no era lo que era. Sentía un vacío dentro. Una oquedad que no conseguía llenar ni bebiendo aguarrás, ni hundiendo una daga en su vientre.
Se estaba dejando caer en el peor derrotismo de la vida, en el abandono, en la renuncia.
Cuando hacía yoga, la astenia se apoderaba de él y no tenía fuerzas ni para juntar los deditos. Y cuando se quería proyectar astralmente no se iba ni a dos metros de la acera.

En la India, sabido es que la medicina y la informática son temas muy dominados. Así que los hijos del fakir –sólo 18, ya que Gandira y Rabindranao no pudieron sumarse a la idea por estar de viaje- se afanaron en buscar un psicólogo de peso para que haciéndose pasar por uno de ellos, analizase al padre.
De este modo, una tarde cuando el deprimido se disponía a merendar, el especialista inyectó tranquilizantes a su bol de arroz salvaje. El viejo lo tomó con desgana y se quedó colgado perdido.
Entonces el psicólogo le fue haciendo preguntas, le fue sonsacando y se fue metiendo en el misterio que aquel hombre hermetizaba en sí.

Era cierto. Tenía una sensación de vacío que lo estaba consumiendo. Mas no era sólo una sensación. Tenía un vacío dentro. Incluso más de un vacío. Varios vacíos ,cada uno del tamaño de una albóndiga. El doctor indagó más y más, hasta que lo hipnotizó por completo y logró extraer toda la verdad de su suplicio. Y el anciano lo largó todo.

Grhambdhagradrán, en sus perores momentos, penando, y sufriendo en silencio sus vacíos interiores.


CAPÍTULO ÚLTIMO

El fakir reposaba en el camastro. La esposa e hijos escuchaban al psicólogo en el corral de atrás.

-Caballeros, señoras: He hallado la causa del abatimiento de su querido Rambdhadagrandfdán...

-No es así el nombre, pero es igual. –interrumpió una hija.

-Es Grandabrahgán, dijo el hermano mayor.

-No, se dice Granbdagranfán. –aseguró la madre.

-Bueno, da lo mismo. -cortó el doctor con autoridad.- Mejor que siga explicándome, ¿no les parece.?

.....Bien, como iba diciendo, lo que pasa es que el fakir se ha hecho viejo, simplemente, y no es capaz de asumirlo.
Hasta hace un año todavía podía comerse vasos, ceniceros o bombillas mientras lo filmaban los extranjeros. Pero se ha hecho muy mayor, ya se le cayeron las últimas muelas y los incisivos también está a punto de perderlos.
Él, como buen fakir, no quiso preocuparles a ustedes y calló su desgracia, pero para no perder estatus entre sus competidores, pasó a ingerir bombillas de menor tamaño. Hacía ver que las masticaba, pero en realidad se las tragaba enteras como si fueran grageas.
Y ahí he dado con sus pesares. No es que sienta vacíos dentro. Es que los tiene.

-¿Y cual será el remedio, pues, doctor.? –dijo la doña suspirando.

-No padezca, buena mujer. Lo que hay que hacer es lo siguiente:
A partir de ahora, usted le vierte laxantes en el arroz para ver si evacua las bombillas y de paso el vacío que contienen, y en adelante, los objetos de cristal que se vaya a comer su marido, se los pasa por la picadora y que se los lleve en una fiambrera al trabajo.


Así se hizo, todo salió bien y el viejo fakir recobró poco a poco los ánimos. Siguió haciendo sus labores en la acera frente al templo y posando feliz para las fotos de los turistas.

Y colorín colorido, este cuento ha concluido.

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jueves, marzo 16, 2006

 

-CLASE MAGISTRAL PARA GUIONISTAS DE CORTOMETRAJE-

(Se trata de una road movie en la que los protagonistas desgranan sus anhelos y luchan contra la vida. ) Una pareja cualquiera en un coche cualquiera.

Para hacer un corto no es suficiente con tener una idea buena. Ha de ser deslumbrantemente excepcional para llevarse mínimo cuatro oscars, tres gramis, ocho premios onda y varios goyas en vinagre.
Aquí les ofrezco un esbozo de guión que me ha cedido con gusto Ladrillos Luna, el famoso director de cine, íntimo amigo mío.



GUIÓN

Un hombre de complexión física conduce el coche. Ella va sentada al lado.
Él le dice que si tiene sed o meera. Ella contesta que no.
Entonces pasan al lado de un restaurante de carretera y él se desvía y detiene el vehículo frente al edificio. Se apean, se acercan a unos veladores que hay bajo el porche, permanecen unos segundos mirando en derredor, regresan al coche y se largan. (Planos medios.)

Están otra vez en ruta. Ella le comenta que si hubiesen tenido sed o ganas de mear seguramente hubieran podido hacerlo en aquel sitio.
Él responde que sí, que ha sido una lástima no tener ganas, porque incluso él, de haber sentido sed, se hubiese permitido tomar una cerveza y ahora ella lo podría haber relevado al volante. Ella dice que la vida está llena de oportunidades desperdiciadas. Él dice que todo se malogra. (Plano corto desde el parabrisas.)

Ella le dice que de todos modos puede parar y ya conducirá ella, que él debe de estar muy cansado y que el viaje será largo.
Él dice que bueno y detiene el auto en la cuneta. La carretera está vacía. (Plano corto a ellos y una pasada al paisaje.)

Se cambian de asiento y ella se pone en marcha. Él bosteza y se acomoda.
Ella pregunta que si se puede estar huyendo toda la vida y él hace como que no la oye.
Al cabo de un minuto él se incorpora súbitamente y le dice a ella que debe cambiar, que no se pueden forzar las situaciones eternamente, que no es bueno apurar los límites.
Ella se entristece y le dice que si no la quiere. Él la mira a los ojos y dice que sí, pero que ya tendría que poner la quinta marcha. (Plano medio frontal.)

Él se queda adormilado y ella le pregunta, ya a destiempo, si le parece bien que ponga un cd en el reproductor, cuando en realidad ya lo ha puesto y empieza a sonar Coldplay.
Él se enfada y le dice a ella que cuánto tiempo ha de estar repitiendo que tire ese puto disco.
Ella solloza y le jura que ya lo ha tirado varias veces, pero que el reproductor lo reproduce.
Él la manda parar y se baja del coche con nervosismo, abre el capó, saca las herramientas, extrae la batería y la lanza bien lejos.
Se vuelve a montar en el auto y le dice que prosiga, que ya nunca más sonará ni se reproducirá el jodido cd. (Planos desde el suelo, subiendo hasta un primer plano de la cara.)

Él se duerme mientras pasan los kilómetros. (Primer plano de su cabeza desde el asiento de atrás.)
Ella dice que fue un error sumar todas aquellas cifras tan largas sin calculadora y que por eso perdió su empleo en la gestoría. Él abre un poco los ojos y le dice que todo pasará y que todo saldrá bien, que no se preocupe. Ella le dice que los errores se pagan. Él contrariado le dice que no sabe a qué viene sacar eso ahora, que las cosas hechas, hechas están y ya está, que no vale la pena volver siempre al pasado.
Él cambia de tema y le dice que si le apetece estirar un poco las piernas. Ella asiente y se detiene en un polígono industrial que hay a la derecha.
Se bajan y él bosteza, se quita las gafas de sol y se frota los ojos. Ella se arregla las arrugas de la blusa y de la falda.
Él reflexiona en voz alta diciendo que los que sí sabían estirar las piernas eran los antiguos inquisidores en las mazmorras. Ella le dice que él dice unas cosas muy bonitas y lo besa en la mejilla. Él le dice que si permanecen juntos, saldrán adelante.
Ella, animada propone volver al coche. (Plano largo.)

Conduce de nuevo él. Ella lo mira y le dice que le sienta muy bien el azul, como va ahora, y que nunca le ha gustado cómo le queda el verde. Él dice que el verde no es un color elegante, que ningún hombre respetable viste de verde, que los que van de verde normalmente han de llevar armas para que se les respete.
Ella dice que si hubiesen tenido sed o ganas de mear tal vez lo hubieran podido hacer en el polígono. Él está de acuerdo y dice que seguro que hay algún snak-bar de currantes.
Ella dice que se esta meando a morir. Él le dice que si le apetece dar una vuelta. Ella con urgencias le dice que lo que le apetece es ir al servicio. (Planos cortos.)

El automóvil tira cuatro kilómetros marcha atrás hasta volver al polígono industrial. (Plano aéreo.)
Aparcan, buscan un bar y entran. (Plano interior enfocando su entrada.)
Él pide un granini de pera y ella una tónica.
Antes de que sirvan el pedido, ella se va corriendo al lavabo.
Cuando vuelve, él ya se ha bebido el zumo y se está encendiendo un cigarrillo al revés. Se da cuenta, lo tira , lo pisa, maldice, y se enciende otro. Ella le comenta que era menos perjudicial fumarlo como lo iba a hacer, ya que la nicotina está en el tabaco y no en el filtro.
Él le dice con enojo que también sabe todo el mundo que el mayor contenido de vitaminas y fibras de las frutas está en la piel y nadie se come la cáscara de un coco. (Planos desde dentro de la barra a sus caras.)

Se les ve salir del bar y entrar en el coche. Sigue conduciendo él.
Ella dice que ha sido una suerte tener sed y meera en un local que tenía lavabos.
Él se muestra de acuerdo y dice que si no ha meado es porque no tenía necesidad, que si la hubiese tenido lo hubiera hecho. Ella lo mira con cariño y él dice que todo saldrá de puta madre. (Plano general de la carretera y de la zona desierta que atraviesan.)

Ella dice que han hecho bien en marcharse de casa, que no se puede vivir con gente que no te entiende.
Él dice que será eso y la acaricia el pelo. (La cámara se va alejando de sus primeros planos hasta desenfocarse todo.)
FIN

miércoles, marzo 15, 2006

 

---CUENTO TRADICIONAL ITALIANO---

Gino Gorgonzola nació en Tarento, en el tacón de Italia, cerca del golfo del mismo nombre, (golfo de Italia) en el año 1890 del siglo XIX dentro de una familia tradicional campera.
Parecía un bebé sano y fortachón, pero pronto presentó anomalías.
Si le daban migas de centeno, caldos, café, o incluso un poco de grappa, la criatura aceptaba de buen grado los nutrientes y ganaba peso con normalidad.
Pero cuando su madre, la cabra, o la vaca intentaban amamantarlo, el niño lloraba, escupía y se llenaba de pústulas.
Su padres, consultaron con los boticarios de la zona sin acertar diagnóstico. Así que continuaron con la dieta que el hijo aceptase.
Mas cuando Gino tuvo edad y dientes como para masticar cualquier cosa, su madre con paciencia fue dándole a probar todos los productos de la tierra, hasta que al final llegó a la conclusión de que no le gustaba el queso.
Las papilas gustativas de aquel chico no toleraban ni el queso ni sus derivados, como la leche, el yogur o la nata. (Ver mapa de Italia.)
Lo examinó un médico de la capital y no encontró que físicamente hubiesen razones para tal rechazo. Opinó que al nene simplemente no le gustaban esas cosas y estaba emperrado.
También aceptó que no conocía en Italia un caso igual. El chaval tenía la sangre llena de leucocitos, hematíes y demás minucias; el corazón se la bombeaba regularmente a buen ritmo; no le escocía la chorra al mear; hacía caca sin tener que apretar mucho los carrillos, etc. Todo correcto en apariencia.


En esa familia tenían un carácter marcadamente italianista. (Ver Italia en el mapa y señalarla con el dedo.)
Si alguien criticaba la pasta, la panacota, el carpaccio, o los gnoquis, eran capaces de tirarlo al mar con una piedra de molino atada a los tobillos.
La cerrazón de Gino compungía, pues, el espíritu de la familia entera y del país por añadidura. (Ver mapa.)

Mas un día, Gino se levantó de la cama con el alba y se sintió distinto. Su voz había cambiado, le había salido un bigotillo oscuro, su camiseta era de rayas azules y blancas, llevaba botas de fútbol y cantaba tarantelas a plena caja.
Por fin era un italianazo hecho y derecho con dos cojones.

Su padre aprovechó emocionado ese momento fisiometabólico y le metío en la boca un pegote de queso, ese queso verdiazul, ese queso fuertidulce, ese queso graso y asquerosillo que crearan hace siglos sus compatriotas en el norte del país. Ese queso que con orgullo les apellidaba. (Supongo que a estas alturas ya habrán visto el mapa y no es necesario que insista.)

Lo mejor fue que Gino, tras hacer un par de ascos, cerrar los ojos y torcer el morro, acabó por tragarlo entero.
Todos sus parientes avisados del portento, esperaron en corrillo unos minutos para ver si vomitaba el descastado o se moría, y para satisfacción de sus corazones no hizo ninguna de las dos cosas, sino que continuó en buen estado.


Fue tan inmensa la dicha, fue tan grande la alegría, que se fueron corriendo hacia los juzgados, dando aviso a la villa entera, y solicitaron inmediatamente el cambio de nombre para Gino Gorgonzola: A partir de ahora se llamaría Giaccomo.
Fin.

sábado, marzo 11, 2006

 

-ORNITOLOGÍA RURAL- (Grandes personajes del pueblo.)

Ernesto Corviño, amaestrando aves.
Nacido a ambos lados de la ribera de los montes de Lugo, este hombre ha sido el ornitólogo autodidacta más reconocido por los médicos de dicha área geográfica.
Ya de pequeñín prefería dormir en el gallinero que en su colchón de paja.
Antes de empezar a usar el lenguaje propio de su especie, dominaba el cacareo, piaba con maestría y gorjeaba en cualquier tono.
Mientras los demás niños jugaban a indios y vaqueros, él se echaba las tardes enteras haciendo desfilar pollos y gallinas por el cobertizo, marcando el paso y entonando piares de aire castrense.
Entendía como suyo el sentir de los plumados.

No es de extrañar, pues, que sobre tales bases llegase a empatizar con el mundo aviario incluso mejor que con sus semejantes.

Se ingenió mediante dos navajas barberas un artilugio similar a esa arpa de boca que conocemos por el viejo folclore country, para con ello poder imitar distintas aves, hacerles el dúo, o bien acompañar sus trinos componiéndoles arreglos musicales.
Hay que decir también que cuando llegó a la edad que vemos en la fotografía, y con un avanzado parkinson, sus hijos le quitaron el instrumento y se lo cambiaron por los mangos de dos cucharas.

Ernesto Corviño amaestró en su dilatada existencia a más de cuarenta especies diferentes de pájaros.

Era asombroso verlo tocando su musiquilla acurrucado en el monte y comprobar que al rato una corneja rabilarga respondía a su invitación cantando bajo el frondoso sotobosque.



"Bajo el frondoooso sotobooosqueee,
yooo me he contruiiido el nidoooo,
perooo mejor que me muuudeee,
questo estaaaaá lleeno de piiinchoooos...."

martes, marzo 07, 2006

 

- DESVELANDO UNA AUTORÍA -


"...los hombres primitivos construían cuevas enormes y resguardadas de las inclemencias para poder pintar en ellas viñetas de cómic e historietas tipo Cuttlas. Estas historietas aún se conservan."

Eso me dijo un insigne licenciado. Y helos aquí.
Estos dos individuos son los autores de las cuevas de Altamira.
Ahora sólo son un par de fósiles que adornan las vitrinas de mi salón, pero en su tiempo dinámico se constituyeron en los primeros artistas de vanguardia y pioneros en decoración e interiorismo.
Dominaban como nadie hasta entonces las técnicas del aguafuerte y del pincel robusto, por otra parte únicos elementos válidos para la impresión en los toscos soportes de naturaleza granítica de que disponían.
Mientras uno pintaba, el otro agarraba al animal para que se estuviese quieto.

Los grandes Leonardo y Miguel Ángel intentaron hacer lo mismo y no tuvieron arrestos para sujetarlo ni entre los dos. Por eso en la Santa Cena pusieron un Cristo, que mostró mejor disposición.
Y Picasso, que ya era capaz de retratar un asno a los doce años, dijo antes de morir:
"Me dedicaba a pintar burros porque nunca los bisontes han aceptado posar por las buenas."

A estos dos primitivos cántabros les debemos la primera incisión en la entraña del arte. La brecha inicial que nos llevaría a donde hemos llegado.
Nunca olvidaremos aquella dura imagen que difundieron todas las televisiones, en la que Tapies al visitar por primera vez la cueva, no pudo contenerse y lloró.
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lunes, marzo 06, 2006

 

---LA PEÑA---

Cada jueves por la tarde, de 7 a 9, mis colegas y yo nos reunimos sin falta en la cafetería de un prestigioso club de lectura madrileño, del que no daré ni una seña para que ustedes no vengan.
Allí nos tomamos unos cafés solos y algún coñac con churro, es decir, si alguien nos lo paga.
Y todos ellos son fantásticos, se lo juro.



Paulino Valera es un señor minucioso y empírico que se dedica al estudio neurológico y esas cosas. El sistema nervioso central, el mundillo de la neurona y el contenido de la frente son su gran pasión, una pasión a la que no ha dudado en consagrar su existencia.
Tiene ahora 35 años y lleva desde los 18 trabajando en un aserradero industrial 11 horas diarias, más sábados hasta mediodía. Se pidió el turno de mañana para poder hacer esas 3 horitas extras de 4 a 7. Se levanta a las 5 y duerme una media de 6 horas.

En todo ese tiempo no le ha faltado la oportunidad de cambiar de máquina, de puesto o de horario, pero él se ha negado siempre porque su idea al emprender este experimento era comprobar en sí mismo si es cierto como dicen, que una rutina de tal calibre prolongada durante toda una vida, terminaba por llenarle de mocos el cerebro al individuo.

Nosotros, el resto de amigos, hemos ido asistiendo semana tras semana al rotundo éxito de su experiencia. Pero ahora resulta que se lo decimos y no lo entiende. Por eso continúa a lo suyo.




Raúl Linares Gil, (el Rodri) tiene 29 tacos y como afición el tema de la ultratumba.
Cada vez que le es posible se larga para Belchite con su casete, se monta la tienda canadiense y se tira toda la noche hurgando la silente apariencia de las ruinas.
Tiene ya unas doce mil cintas. En las más interesantes se pueden oír, debidamente amplificados, sonidos que se van directos a helar el espinazo.

En una se oye como un llover manso que se ve roto violentamente por el crujido de varios truenos.
En otra, un escalofriante sonido, como un rechinar de goznes y un ulular de viento, se prolonga a lo largo de toda la cinta. Yo en un principio creía que nos tomaba el pelo y nos estaba pasando a un grupo de posrock. Pero no, era real, real.
Y en otra se aprecia, subiendo bastante el volumen, cómo el ruido del motor de la grabadora se va progresivamente haciendo irregular, cada vez más y más grave, hasta que se agotan las pilas.
Aunque la peor suerte se la llevó una grabación en la que justo cuando se empezaban a distinguir unos lamentos de alma en pena, sin duda de niño asesinado, se cruzó un hijo de puta con su Seat León y los Estopa en el loro a toda hostia, malogrando un documento que hubiera dado la vuelta al mundo.
De todas formas el Rodri está convencido de que en Belchite ocurrió algo y no parará hasta descubrirlo.



Hernando Miguélez , de 34 años, es un sujeto íntegramente literario. Compone sonetos disonantes y borda los pareados. Le riman hasta en un 90% de las ocasiones.
Pero lo realmente valioso de él es que habla todo el tiempo en alejandrinos, aunque a los demás, al no ser de letras, nos parezca oírlo en prosa.
Es de la opinión de que García Lorca era una mujer y Gloria Fuertes un hombre. Y un día lo probó diciéndonoslo.
Para nosotros es un tío fuera de toda duda.

Una vez se presentó a un concurso de habilidades en la televisión gallega y aseguró que podía improvisar ya mismo una novela inédita de más de 500 páginas y además escribirla al revés, del final al principio, como los árabes.
Le proporcionaron una gruesa libreta con un par de bolígrafos y Hernando lo hizo de una tirada.
Al final no ganó y se volvió para casa con un humor de perros.
Según él, los del jurado habían esgrimido en su contra un par de supuestas razones: La primera, que decían que no se entendía ni una sílaba, y la segunda que lo que había escrito era La Sombra Del Viento de Carlos Ruiz Zafón.
Nosotros estamos con Hernando a muerte.



Casiano Nuño-Balboa es a sus 30 años el chef amateur más inventivo que ha parido madre.
Mientras otros se llevan horas y horas de programación en los medios televisivos, él sin ansias de relumbrar, crea.
Dice que ser creativo no sólo ha de notarse en el producto final gastronómico, sino en el concepto que encierre la obra.
Y qué es si no, almibarar peras, confitarlas y sazonarlas con una picada de hojitas de olmo en maceración. Pensémoslo bien. Comer de postre Peras al Olmo, es además de un alimento rico al paladar y sano al estómago, un nutriente para el desarrollo de la psique.

El Conejo a la Cazadora lo guisa con cremalleras y bolsillos, todo hecho del mismo animal.
El Sorbete de Leche al Limón con Aromas de Módena lo hace sin cítricos ni vinagres. Sólo calcula pacientemente el tiempo que debe estarse el recipiente de la leche fuera del frigorífico. Puro ingenio y encima natural del todo.
Nadie sino Casiano podría presentarnos un plato como el Sushi Enharinado, Rebozado en Huevo y Hecho a la Freidora.
Y verlo confeccionar el Plátano Pelado Manualmente es una gozada.
Un tipo excepcional.


En fin, amigos así son una suerte de amigos.
Y siento de veras que la mayoría de ustedes se vean forzados a relacionarse con gente gris. Pero así es la vida, unos en la élite y otros en el barrizal.
Haber estudiado, no te jode.
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domingo, marzo 05, 2006

 

-OBJETOS PERDIDOS-

En la vitrina, junto a un reloj y una fotografía, un jarrón de cenizas lo resumía.
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Me viene a la mente con frescor la pinta de José, su puro en la boca y una copa brandy cogida en la derecha y me pregunto si es gracioso que el fumador termine como el cigarro.
Lo es. José está en un cenicero, un cenicero de porcelana con tapa, fumado. Se lo fumaría dios si era creyente, o nadie si no lo era.

Me figuro a dios encendiéndose a José, de una pieza muerto, tieso como un Cohibas entre sus dedos, dándole caladas hondas, sabias, disfrutando con calma de su extinción, y con toques de índice, haciendo caer la ceniza de lo consumido en el jarrón que ahora contemplo.

O si no lo fumó nadie, me lo veo gastándose él solo como el pitillo que se enciende y queda olvidado porque llamaron al teléfono o se nos complicó un asunto.

Me pregunto, José, si aun toses por las mañanas, si los cadáveres fumados se encienden por la cabeza o los pies, si serán tus cenizas todas tú o habrán impurezas, o si en caso de fraude la funeraria concederá a las reclamaciones un año de garantía.
Y me pregunto, José, si no hubieron de poner en tu sepulcrito cerámico el contenido que tenías de alquitranes.
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