sábado, marzo 28, 2020

 

--NUEVOS AMIGOS--


No se puede salir de casa. Esto es más monótono que la obra de Manolo García. 
Ayer estaba adecentando el patio con los auriculares puestos, barriendo aquí y allá, quitando hierbas y recortando plantas con un serrucho de jardinero, cuando en un momento dado me apareció oír una voz. Supuse que se trataba de una de esas interferencias que suelen pillar las radios pequeñas en que suenan mezcladas dos emisoras juntas. Por eso no hice caso, continué con lo mío y me dispuse a cortar una rama. Fue entonces cuando de verdad oí la voz más alta y clara. Me quité los auriculares y miré entre las hojas.

-¡Hey, cuidado! 
-¡Hostias! ¿Quién me habla?
-Soy yo, aquí en la rama. Estabas a punto de matarme.
-¡Coño, un grillo!
-¿Un grillo? ¿Tú no has visto documentales? Soy un saltamontes. Bueno también me llaman langosta, pero yo prefiero saltamontes, que suena menos ostentoso.
-Perdona. Es que me he bloqueado por la sorpresa.
-Ya. El caso es que me ibas a cortar por la mitad.
-A ver, es que tienes el mismo color que las ramas. Supongo que es tu capacidad de adaptación al medio, un proceso evolutivo de siglos.
-O no. Los hombres tenéis la fea costumbre de querer que todo tenga explicación y sentido. Y cuando no lo tiene, lo suponéis y punto. Y al cabo del tiempo, si la ciencia no encuentra la respuesta, queda como cierta la suposición. Mira, yo no sé si tengo el color de las ramas por mimetismo, o porque me voy a donde las plantas se me parecen, o porque a lo largo de la historia todos los saltamontes de colores llamativos eran detectados antes por los depredadores y podían reproducirse menos que los de colores discretos.
-Ah, claro. ¿Y tenéis muchos depredadores?
-Pues unos cuantos. A ver... déjame que piense... mantis religiosas, escarabajos, aves, culebras...en fin... pero sobre todo los mejicanos. Aunque me temo lo peor, porque se está fomentando últimamente la idea de que nos incorporéis a vuestra dieta los occidentales.
-Veo que eres muy sabio.
-No, lo mío también son suposiciones. Lo que pasa es que si no sé algo, no lo doy por cierto. Eso que llamamos inteligencia sólo alcanza para saber cosas banales. Por ejemplo: ese serrucho parece japonés.
-¿Cómo lo sabes?
-Yo también soy japonés.
-¡Ostrás! Pues hablas el español la mar de bien.
-Estudié filología hispánica en la universidad de Okinawa.
-Pues debe de ser muy buena.
-Ya lo creo. Es como si fuera complutense.
-Así,sí. Oye, una cosa, se me ocurre que igual te interesaría ser mi mascota. Yo siempre he tenido animales, peces, periquitos, conejos, perros... pero da la casualidad de que ahora que estoy confinado en casa, no tengo ninguno y me aburro. Encima tú tienes buena conversación. Los peces hablan entrecortados porque no pueden sacar la boca del agua mucho rato y los periquitos en cambio no paran de chismorrear. Unos muy poco y otros demasiado. Los conejos son simples de cojones y el último perro que tuve era de una raza muy aristocrática y sólo hablaba de sí mismo. Era peor que Cristiano Ronaldo.
-Pues no sé. No me había planteado una vida sedentaria.
-¿Qué sueles comer?
-Me encantan los cereales.
-Pues perfecto, aquí cerca hay una fábrica que los procesa. Y conozco gente dentro que me los podría facilitar sin problema, arroz, trigo, avena, cebada, maíz...
-Ya, suena bien, pero es que yo pertenezco a una especia muy inquieta. 
-Bueno, lo pruebas una temporada y si no te cuadra, pues nada, te vas y tan amigos.
-En principio pensaba ir a Mallorca, pero como no entiendo el alemán, decidí parar aquí. 
-¿De Japón a Mallorca? ¿Sin escalas? Es raro, ¿no te parece? Además tienes un acento que no me suena a japonés.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué me miras así?

De repente me di cuenta de que aunque ese bicho hablaba un castellano casi neutro, de vez en cuando se le deslizaban algunas entonaciones que me sonaron familiares. Entonces vino a mi memoria un compañero de trabajo que tuve hace años, que era de origen subsahariano. Ahí supe que ese saltamontes me estaba mintiendo. Venía de África y era sin duda una avanzadilla de la plaga que desde hace unos meses estaba arrasando Kenia y que iba avanzando ya por un montón de países.
Ese asqueroso grillo de mierda pretendía explorar la península ibérica para que toda su puta especie viniera a arrasar nuestros cultivos. Y en mi pueblo, como ya he dicho, se procesa mucho cereal. Cada semana llegan docenas de camiones de su comida favorita. Así que, antes de que pudiera enviar señales o mensajes a sus compañeros, le metí un serruchazo que lo trinché vivo. A tomar por culo. Era listo pero lo pillé. Además, el serrucho era chino. Me costó tres euros.



domingo, marzo 22, 2020

 

--PSICOPATOLOGÍAS INCURABLES--




-Tengo un problema muy muy muy grande.
-Usted dirá.
-Se trata de mi mujer, que es enormemente celosa. Sobrepasa lo razonable. Por eso he venido yo en vez de ella.
-Cuénteme.
-Ayer sin ir más lejos me montó un número brutal porque encontró un pelo en una de mis prendas. Se ve que estaba metiendo ropa mía en la lavadora cuando vio el dichoso pelo y se puso hecha un basilisco.
-¿No será de Zaragoza?
-No, ¿por qué lo dice?
-Por si era la basilisca del Pilar.
-Oiga, que esto para mí no tiene ni puñetera gracia.
-Lo siento. Prosiga. ¿Cómo era el cabello, pelirrojo, castaño, rubio platino, largo...?
-No, qué va, era pequeño, negro y rizado, de púbis concretamente.
-Hombre, amigo, así no me extraña que su señora se cabrease nivel premium.
-Pero, espere, espere, que lo encontró en mis calzoncillos, joder, en mis calzoncillos. Es normal que en los calzoncillos queden pelos. Siempre tienen pelos los calzoncillos.
-¡Caramba!. Eso lo cambia todo. En ese caso quizás sí que su mujer sea psicológicamente de carácter patógeno.
-¿Y qué es lo que le pasa pues?
-Siento decirle que padece un desorden neuronal harto complejo: es el síndrome de "Nolovski V-6 Central Llamando a Base-Central Llamando a Base-¿Me Escucha?"
-Vamos, no me joda. ¡¿Así se llama esa enfermedad?!
-No, claro que no. Sólo buscaba una forma simpática de decirle que no tengo ni idea. Pero no nos rindamos, podemos seguir indagando en la subconsciencia de la mente para ver si hallamos respuesta.
-Vale. Pero ya sin bromas.
-De acuerdo. ¿Su señora se provoca heridas en las palmas de las manos cuando se acerca la Semana Santa?
-No. ¿Por qué lo dice?
-Bueno, por descartar. (Es que se han dado casos de personas que tenían muy alto el autoestigma) Pero bueno, continuemos. ¿Ha observado a su mujer alguna vez afilando un bolígrafo?
-No, nunca. ¿Por qué le iba a sacar punta a un bolígrafo?
-Es por seguir con el método de descartes. Sepa que hay personas cuyo trastorno consiste precisamente en no apreciar la diferencia entre un bolígrafo y un lápiz. Se llama DCC, que significa Disfunción Cognitiva de la Cabeza. ¿Cuántos años tiene su mujer?
-Ha cumplido 38.
-Ah, entonces tranquilo. Es imposible que sufra esa disfunción, ya que sólo se da en niños de preescolar. Los niños a esas edades son muy primitivos intelectualmente. Hasta se comen la plastilina. 
-¿Y qué tiene que ver eso con mi mujer?
-Que tal vez de pequeña comió demasiada. 
-¿Y qué debo hacer pues?
-Depilarse entero y sobre todo no prestar sus calzoncillos a nadie.







 

--COSAS INNECESARIAS--



 









jueves, marzo 12, 2020

 

--MIS PROBLEMAS CON LOS LIBROS--


Yo siempre me compro los libros en mercadillos, pero la pega que tienen es que en los ejemplares que están muy usados, se nota la huella que dejaron sus propietarios. 
Y es que a todas las cosas de segunda mano les pasa lo mismo. Es lógico.
Cuando te compras ropa o zapatos usados, conservan el molde de quien los vestía. Cuando compras un coche viejo, tiene los vicios de conducción del dueño que lo llevaba. Y cuando compras muebles usados, presentan las rozaduras y desgastes producidos por quienes los utilizaron. 
Pues en los libros no iba a ser diferente. Es la hostia, yo me he encontrado en una antología de Gustavo Adolfo Bécquer el siguiente verso:
Volverán los azules papagayos de tus palmeras sus nidos a colgar”, lo que muestra sin duda que ese libro debió estar muchísimo tiempo en manos ecuatorianas.
Y en una edición de Hamlet que seguramente pasó por un montón de lectores mejicanos me sorprendí leyendo ésto:
“Ser o no ser, esa es la pinche cuestión wey.”
Y a algún colgao de instituto le debieron regalar un Quijote que compré hace poco, porque en un pasaje me sorprendió Sancho Panza diciendo:
“A veces me barrunto si vuesa merced estará to loko.”
Y no pude evitar la risa cuando en el clásico de Zorrilla leí que Don Luis Mejía se expresaba de así:
“Va y resulta que ye un gallu, el Tenoriu este”, lo que evidencia con total claridad que esa novela la tuvieron asturianos.
Y podría citar cientos de ejemplos más, pero ya es suficiente.
Los libros usados tienen esas cosas, pero bueno, como son tan baratos, se les perdona.



domingo, marzo 08, 2020

 

--LOS CUENTOS BREVES DE ARMANDITO LAFOYETTE--


Armandito Lafoyette no se sentía cómodo consigo mismo ni con el mundo que le rodeaba y se fue a meditar a la montaña del Fujiyama.
Allí se tomó esta fotografía y anotó al dorso lo siguiente:
"Estoy de pie, desnudo sobre un canasto de juncos observando las arenas del manglar y siento la caricia del bolígrafo que sopla suavemente sobre mis agallas, mientras Carrasco García, mi fiel tapir, mira hacia arriba, embelesado, cómo el mármol ilumina el ambarino viñedo hasta el firmamento. Siento que el universo es un obeso coleóptero del que nosotros somos sólo un pequeño sacacorchos. 
Aquí se ve todo diferente."

FIN



sábado, marzo 07, 2020

 

--EL TÍO DEL ASCENSOR--


-Buenos días.
-Buenos días. ¿A qué piso va usted?
-Al 187.
-Yo al 200. Hay que ver lo altos que son los edificios en Dubai.
-Sí.
-Hace una mañana preciosa, ¿no le parece?
-Será bonita o no, al margen de lo que a mí me parezca, porque no depende de mi opinión ni la climatología, ni el criterio que tenga cada cual.
-Es usted un poco arisco, ¿no le parece?
-¿Otra vez insistiendo en lo mismo?
-Perdone. Usted debe de ser Géminis.
-No, pero casi: Soy Hemingway.
-Gran escritor.
-Michael. Michael Hemingway, agente de bolsa.
-Ah, lo siento, me he precipitado. Por un momento pensé que todos los Hemingway eran escritores. Aunque si lo pienso bien, Alejandro Dumas era escritor y no se llamaba Hemingway. Yo me llamo Pascual.
-A veces las apariencias no son lo que parecen.
-¿Sentencia de Confucio, el filósofo?
-De Colombo, el detective.
-¿Se preguntará usted de dónde soy yo, verdad? Lo digo por el marcado contraste de mi atuendo arabesco y mis rasgos occidentales.
-Pues no.
-Es que soy de origen vaticano. Mi madre, católica de Roma, era jefa de cocina en la Santa Sede y mi padre era un emigrante musulmán que trabajaba de repartidor en una empresa de productos de alimentación. Así se conocieron, se amaron y se fueron finalmente a Siria, el país de mi padre, donde nací yo.  ¿Nunca ha oído hablar de mí?
-No.
-Venga, hombre, seguro que sí: Soy el sirio Pascual.
-Joder, ¿toda esa puta brasa para esta mierda de chiste?
-Sí.

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