viernes, julio 10, 2009

 

-LA PARODIA-

Aquella noche estaba Ziri con sus discípulos, sentado sobre un tronco y dando unte a una rebanada de pan níveo.
Le echó un bocado y de inmediato comenzó a emitir sonidos sordos, tal vez de satisfacción. Fue entonces cuando alguien dijo:
-Maestro, ¿no sería más fácil de comer ese pan si estuviese previamente cocido?
-Bues imgual dsí.

Ziri escupió la masa a la hoguera, se ruborizó y quedó como en trance, enelmismado.
Luego el hombre añadió:
-¿No nos vas a hablar de nada hoy?
-¿Como qué?
-De lo que sea.
-Proponed.
En éstas, alzó la mano otro individuo y dijo:
-Háblanos del arte nuevo, de los valores, de las normas, de los grandes hombres, del sindicato agrario, o de lo que se te ponga en los huevos.

Ziri empezó a mesarse las cejas y pidió para ello ayuda a tres seguidores. Cejas de enorme sabiduría. Ceño visera guardabarros. Magnitud.
Al cabo de unos segundos, con un elegante y ensayado manotazo se las echó para atrás, quedando su perfil hermosamente compuesto, luciendo esa bella melena con la que podemos verle acuñado en monedas de la época.
Se debe aclarar llegado este punto, que nadie salvo sus discípulos sabía que Ziri era calvo.
Y dijo:
-Hermanos, habéis de saber que el Hombre es parodia; que salvo escasos momentos caóticamente desperdigados por su existencia, en los que le luce el cerebro, el resto del tiempo es parodia de sí mismo. Con lo cual, creerse sabio o elevado no es sino una corroboración palmaria.
-¿Y tú pues, estás exento?
-No, técnicamente no. Pero tengo conciencia de ello y por eso os estoy dando la charla.
Ser parodia no en sí mismo malo ni bueno. Lo que puede ser malo es la no consciencia. Por eso hay tipos que se toman a sí mismos en serio y la maldad hace madriguera en su corazón. Entonces se le crían mierdas dentro y las proyectan gratuitamente sobre otros en forma de violencia. Y la violencia suele ser mala. Además, poco o nada graciosa. Y en cualquier caso sólo hace gracia a los inconscientes.
Si el tío que va a hostiarse en el bar, supiera que es una parodia, le quitaría hierro al asunto de inmediato. Pero él cree que es superior y que le asiste la razón. Está convencido de que los demás son parodia, mas no él. Y le vienen arcadas sólo de pensar en la posibilidad de que él y el otro fueran iguales.

En ese momento un discípulo, bostezando le preguntó:
-Maestro, ¿podemos ponernos auriculares?
-Naturalmente, Rosendo. ¿A qué hora empezaba el partido?
-Ahora pronto. Ya han conectado me parece.

Uno que había llegado tarde, le presentó un papel con la justificación del médico y le dijo:
-Oh, Ziri, lo siento, es que he tenido que ir a urgencias para llevar a mi madre, que se ha mareado. Es que está muy mayor, la pobre.
-No importa. Lo que es menester es que la atiendan debidamente y se recobre.
-Bueno, gracias. Y ya aprovechando, te pregunto si tener conciencia de ser parodia es algo para alegrarse o no. ¿Qué ventajas tiene?
-Pues muy simple, amigo. Tengas o no conciencia, lo eres. Por tanto, si lo asumes, automáticamente tus problemas disminuirán su tamaño y concederás importancia real a muy pocas cosas. Incluso los idiotas inconscientes con los que te cruzarás en la vida y que hasta ahora te incomodaban, dejarán de afectarte. Y te cabrearás en contadas ocasiones.

Uno que estaba semitumbado en lo alto de una roca, levantó la mano y pidió para ir al lavabo. Ziri asintió.
El tipo se fue tras el árbol de caballeros. Todos esperaron en silencio. Y al regresar dijo:
-Maestro, pero la aceptación de ser parodia, ¿no equivale a una suerte de conformismo que impide la evolución, la ruptura con lo pasado y el avance hacia nuevos horizontes? ¿No supone una cierta violencia toda ruptura? Una persona que asume su condición de parodia, ¿cómo se sentirá invitada a transgredir, a innovar, o a superar viejos mitos?

-Llevas tu razones en cuanto dices, pero...

Entonces, del cielo lunado y constelado, en horario nocturno, apareció un poderoso haz de luz, y desde su centro descendió lentamente un ser radiante de túnica plateada. Fue bajando y bajando ingrávido ante el asombro general de todos, menos del que ya estaba oyendo el partido por la radio con los ojos cerrados. Siempre en cualquier reunión hay gente que va por ir.
A unos cuatro o cinco metros del suelo, el descenso se detuvo y quedó la imponente figura flotando en el aire por encima de Ziri y sus discípulos.
Y gritó con voz de trueno:

-¡¿Quién coño eres, idiota?!
-Hola, soy Ziri. ¿Y tú?
-¡Mi nombre poco importa, payaso. Soy el megahombre que vino de las estrellas!
-¿Y cómo es que no te caes?
-¡Me sostiene un pedestal de energía, ignorante bestia. Algo que a labriegos como vosotros se os escapa. Yo soy la fuerza nueva del cosmos. Y desde mi... desde mi atalaya de poder os maldigo, sucios cretinos, cánceres de la humanidad, piedras que atascáis la rueda de la evolución, putas ratas de cloaca infecta!
-Pero si no te hemos hecho nada, hombre.
-¡Desde mi... desde mi almena de demolición, os digo que vuestra inoperancia detiene el mundo, el mundo que debo construir desde el escombro en que lo habéis convertido los cerdos como vosotros!

Ziri se quedó pensativo, tocó suavemente con sus dedos el hombro de Rosendo y le dijo con voz solemne:
-¿Cómo van?
-Acaban de marcar, pero se lo ha anulado el linier. Un gol fantasma de esos...
-Vaya por dios.

Luego, volviendo al ser extraordinario, le preguntó:
-¿Te gusta el fútbol?
-¡¿Lo ves? Esa es una señal de que sois la podredumbre del género humano, la mierda que hay que exterminar. Os coméis las normas sin masticar ni nada, no lucháis, despreciables pusilánimes de los cojones, descendientes de mil linajes de estiércol, gusanos de cadáver descompuesto, que os alimentáis de ponzoña hasta inmunizaros. Estáis de más en la vida, cabrones, sobráis!
-¿Y qué se supone que debemos hacer, según tu opinión?
-¡Vosotros morir, directamente. No merecéis compartir un espacio en el que yo me encuentre. Y yo, desde el... desde el minarete de mi privilegio, transgredirlo todo de raíz, aplastar la Historia y rediseñarla!
-Por cierto, eso del ojo, ¿un accidente?
-¡Soy cíclope, analfabeto hijo de puta!
-Perdona. Es que aquí a eso lo llamamos tuerto.
-¡Desde mi.... desde mi..... desde mi....!
-¿Balconada?
-¡...Desde mi...!
-¿Pilar?
-¡...Desde mi...!
-¿Grúa?
-¡Desde mi torreón, cojones, desde mi torreón de suficiencia, os comunico que lo veo todo, que nada se me oculta, bastardos. Os miro con ojo de entomólogo asqueado!
-Hombre, con un ojo sólo quizás la visión panorámica se resienta un poco, no?
-¡Nunca, estúpido patán. Mi ojo es un magno catalejo superior, que abarca y ve las cosas en su totalidad, no como vosotros alimañas miopes de cerebro seco!
-¿Pero te llega también para verte a ti mismo? Es por preguntar, no te lo tomes a mal.
-¡Yo no necesito verme para saberme!
-Era más que nada para comunicarte, con todo respeto, que por aquí abajo, nosotros hace rato que te estamos viendo la minga, las pelotas y el culo. Y no me parece desde este prisma, que formen un conjunto de más noble alcurnia que cualquiera de los nuestros.
Mira, déjame decirte que me parece muy bien eso de ser iconoclasta y transgresor y tal, pero has de saber que el iconoclasta derroca a un dios para ocupar la vacante, que el transgresor pisa con sus botas de hierro la cabeza-peldaño que considera caducada, para crear el siguiente escalón y gobernarlo con la suya hasta que otro transgresor le haga lo propio. Es un no parar. Rey por un día. ¿Cuánto mejor no sería, pues, que el iconoclasta transgresor tuviese la luz suficiente como para transgredirse e iconoclastarse también a sí mismo? Porque si no es capaz de eso, lo siento, sólo es otra parodia más.

El hombre que vino de las estrellas, mandó a la mierda a Ziri y se largó elevándose a las alturas igual que había venido. Eso sí, mientras subía, orinó sobre las cabezas de los congregados.

En ese instante, Ziri arrugó el semblante y dijo:
-¿Qué estaba yo diciendo cuando llegó el señor de los luceros? Ah, sí, ya recuerdo. Que lo más trangresor y novedoso sería desplazar a lo caduco con serenidad, con obras que supongan un paso adelante. Así lo antiguo ya se quedará solo por su cuenta. Es que lo de ir a mandobles está más sobado que el copón y lo hace todo el mundo. Eso era, sí, eso era.

Mas al sabio Maestro ya no le escuchaba nadie.

Ziri requirió la atención de sus discípulos, que estaban todos pegados a Rosendo, y les dijo:
-¿Qué, como va la cosa?
-Mal, muy mal. Perdemos tres cero y nos han expulsado un defensa.

Ziri se retiró cabizbajo, y con una lágrima resbalándole por la mejilla murmuró:
-Somos carne de segunda.
FIN

(Dedicado con amor a los aristócratas, a los snobs y a todos los demás seres superiores que pueblan nuestro planeta, por hacer de la estupidez un orgullo colegiado)

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