Blas Deker.-- Caras B y Rarezas.

La familia de Armandito Lafoyette era tan absolutamente destartalada, insensata y manirrota, que él estaba loco por llegar a la mayoría de edad para ser independiente y tener sus propias deudas.

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# posted by Blas Deker @ 10:54 a. m. 0 comments

- Hombre, Ramón, cuánto tiempo sin verte.

- Pues sí, hace mucho, mucho, mucho que no nos veíamos.

- Ya lo creo, pero mucho, mucho, muchísimo, o más.

- Es que cuando se hace uno viejo, el tiempo pasa que te cagas de rápido. Es increíble. No te das ni cuenta de cómo vuelan las hojas del calendario.

- Ya te digo. Cómo será de cierto, que del año pasado a este, ya han pasado tres o cuatro.

- La solución está en ir con el tiempo, en sincronizarse con él.

- Ya, pero a mí siempre me ha costado un huevo sincronizar. Yo sincronizo como el culo. Mira cómo será la cosa, que de joven me apunté en la piscina municipal a un curso de natación sincronizada y no pasé de la primera prueba porque tanto en estilo braza como en espalda, era incapaz de sincronizar mis propios brazos.

- Pues yo para combatir la vertiginosa rapidez del tiempo, siempre que puedo me meto en salas de espera de dentistas, en hospitales, estaciones y sitios así, o me pongo a hacer cola donde veo que hay atasco, en un banco, en una pescadería, en el metro... porque es donde el tiempo pasa más despacio y es una manera de compensar.

- Me parece muy buena idea, Ramón... pero, hostia, ahora que miro el reloj: sólo llevamos hablando cinco minutos y ya han pasado dos horas y media. 

- ¡Mierda! Pues me largo, que tengo prisa.

- Tener prisa es sincronizarse con el tiempo.

- Venga pues, hasta dentro de unos años.

- Hasta luego.

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# posted by Blas Deker @ 10:49 a. m. 0 comments

Roberto M.R. entró en un bar de tapas y se estuvo toda la tarde hinchándose de comer y poniéndose morado de vino. Cuando ya estaba borracho perdido se dirigió tambaleándose hacia la puerta, y justo antes de salir no pudo contenerse y soltó una súper vomitona de dimensiones siderales. Toda la entradilla del local se inundó de un revoltijo de calamares, bravas, pimientos, croquetas, sepia, chistorra, morcilla, empanada, y no se sabe cuántas cosas más.

El dueño del bar salió echando chispas de la barra y se fue para Roberto gritándole como un loco: ¡¡¡¡¿Y ahora qué hago yo con todo esto, eh, cabronazo?!!! ¡¡¡¿Qué hostias hago?!!!

A lo que Roberto susurró balbuceante: ¿Me lo pones en un táper para llevar?

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PURA ESTADÍSTICA

Es bastante probable que aquellas personas que tienen muchísimos amigos, los tengan por que están un poco atontopollaos, ya que los atontopollaos son el colectivo humano más numeroso que existe. ¿Y por qué me atrevo a sentenciar tal cosa? Pues por pura experiencia personal: A lo mejor es que he tenido mala suerte, pero desde que soy adulto (pongamos desde los veinte años a los sesenta y dos) por cada individuo más o menos lúcido que he conocido, me he topado con unos ciento cincuenta que eran medio tontopollas, dándose además la circunstancia de que ninguno de los lúcidos contaba con muchos amigos.

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Fotos pal relleno

# posted by Blas Deker @ 5:12 p. m. 0 comments

Llegó el día en que Juan Antonio Gómez Esparza cumplió la edad de jubilarse y se jubiló.

Hablando con sus conocidos sobre la nueva situación y en qué ocupar el tiempo de que ahora dispondría, no faltaron consejos de todo tipo. Salir a caminar, leer, hacer manualidades, etc. Pero una de las ideas que más le caló fue la de apuntarse a clases de baile. Todos le decían que era divertido aprender a bailar y de paso conocer gente.

Al cabo de unos meses, se encontró con uno de los amigos:

-¿Qué, Juan? ¿Ya has probado lo del baile?

-Qué va, tío. No he encontrado nada de lo mío. He mirado en cientos de academias, pero todas son de bailes de salón, cha cha cha, tango, vals, foxtrot... o de bailes latinos rollo salsa, bachata, reguetón... 

-¿Y dónde está la pega pues?

-Joder, que de lo mío no hay nada, ya te digo. Yo quiero aprender a bailar prog rock y free jazz, no esas mierdas.

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# posted by Blas Deker @ 11:16 a. m. 0 comments

Era la estación del AVE de Ciudad Real. Hacía mucho calor. Aquella aciaga tarde Anita revoloteaba despreocupada de un sudoroso viajero a otro. De la calva de un turista al escote de una señora o a la pierna de un bebé… en fin, lo que hace una mosca normal. De pronto detectó a un joven que comía galletas y se fue tras él para ver si pillaba algo. Y tan entusiasmada estaba siguiéndolo que no se dio cuenta de que entraba al tren. Aquello era estupendo. Había mucha gente comiendo de todo, bocadillos, ganchitos, patatas... Era como un bufet libre de migajas, azúcares y chorretes de fantas y cocacolas… el paraíso para una mosca, vaya.

# posted by Blas Deker @ 12:32 p. m. 0 comments