viernes, enero 21, 2011

 

--EL PINGÜINO ESTELAR--

Revuelto en el polvo cósmico hay un camino tan lejano del principio como del fin. 
Se llega en cápsulas espaciales de bolsillo. 
Y se posan las estrellas en la nariz. 
Los payasos van de paisano por los raíles del espacio. 
Paseando lentamente su lindo exilio. 
Tiernecitos como el lazo de un regalo. 
Dentro de la cerradura de la puerta de la entrada del castillo, una oruga intenta abrirlo. 
No se pueden transformar las cosas desde fuera. 
Eso piensa.  
Una llave de hierro más antigua que el propio hierro la convertirá en pasta. 
Cuestión de tiempo.
El universo huele a todo. 
Nadie va a cambiarle los pañales. 
Pero es bonito -dice quien lo ha visto- aunque dure poco. 
En la cola del cometa se es feliz. 
Es como el surf.
Y sin temperatura.
Revuelto en el polvo cósmico hay un camino tan lejano del principio como del fin. 
Es el infinito. 
Un club sólo para socios. 
Restringido. 
Hay que entenderlo. 
Sobre la luz se descansa mejor que sobre plumas. 
Aseguran nueve de cada diez sueños.
Y allí se buscan alas de justicia para el pingüino.
A la realidad se la suda. Aguarda: 
Nos volverá a bajar los pantalones cuando regresemos.
(Foto Blasilla)

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