lunes, septiembre 20, 2010

 

--LA QUINTA PARTE DE UN CUARTO DE SIGLO--

ARTÍCULO 250
Así a lo tonto, cinco años, un lustro, no sé si lustroso o engorrinado, no sé en qué porcentaje salvable, no sé si cuajado de inconscientes repeticiones, pero cinco años ya y 250 artículos. Cifras tan redondas y tan cuadrantes que ni hecho adrede, como si ellas motu propio reclamaran un pastelito con velas.
No pensaba en aquel 20 de septiembre de 2005 que fuera a durar tanto, sinceramente. (Aunque tampoco creería ahora mismo que esto lo pueda alargar cinco años más, y nunca se sabe)
Mira, me ha hecho gracia.

domingo, septiembre 05, 2010

 

--LLANTO POR LA MUERTE DE GERARDO--

ANI LA DEPENDIENTA- Mire: tenemos éstos que hemos recibido hoy mismo. Son una verdadera cucada. Vea, vea, qué jerselitos más chulos.
GERARDO EL CLIENTE- Oh, sí, es verdad, tiene usted unos jerseiles preciosos.
ANI LA DEPENDIENTA- ¿A que sí? Son para niños de entre uno y cuatro años. ¿Qué edad tiene el niño?
GERARDO EL CLIENTE- Verá, señorita, los estaba mirando para mí.
ANI LA DEPENDIENTA- Pero, señor, esta es una tienda de moda infantil. ¿Acaso no se ha fijado en el tamaño de la ropa? Pensé que los miraba para un hijo suyo, o para algún sobrino...
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Gerardo se marcha deprisa del establecimiento, cabizbajo, avergonzado, cuasi craying. No se atreve a declarar su amor a Ani. Sólo había entrado por verla de cerca, por hablar con ella y por que ella le hablase, por oír su voz, por oler su cuerpo entre el perfume, por retener en las pupilas aunque sólo fuese un instante el primer plano de su escote.
Hace ya meses que la mira disimuladamente apostado al otro lado de la calle, desde la acera de enfrente, in di oder said of riátili, apoyado en el semáforo. A través de las cristaleras, observa sus haceres, cómo atiende a la clientela, cómo se mueve, cómo sonríe con su esmail amable, cómo se agacha a coger cajas de los estantes inferiores, ou lord... Se siente enamorado como cuando los alces están folin in lof y les hierven los pulmones de berridos. Pero el enjambre humano no entiende de romanticismos. El amor no funciona con pilas ni baterías. La gran urbe sí. Ahora la ciudad es vértigo, prisa, luces fulgurantes, como la Roma de los romanos cuando le pegó faier aquel emperador chiflado. Luces de nerón devoran los edificios, llamas cegadoras se desplazan ap and daun por las fachadas, relámpagos sincrónicos recorren de lado a lado las avenidas tiñendo los ladrillos, los balcones, las ventanas y los ojos.

Creía Gerardo –guai not?- que si él se había enamorado de ella en cuanto la vio por primera vez, podía suceder que en ella se diera el fenómeno recíproco y quedase también embelesada al verle. Pero no.
Gerardo, enrojecido, entró en el ascensor del edificio de la tienda y subió hasta el último piso. Desde allí se lanzó a la calle falleciendo en el acto. Ani y todos los clientes, tras oír el golpe, salieron alarmados a la puerta. Ahí estaba el cuerpo completamente dai de Gerardo. Un tipo lo reconoció: “A este tío lo conozco yo. Era un pobre diablo, un infeliz, no se enteraba de nozing, un alma cándida ignorante de la vida. No me cabe duda: se acaba de caer de un güindou.”

(De la escalofriante novela “Estalagmitas en el pecho” de Jack Kokouak)
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Ou nou, Gerardito, ou nou,
Qué cruel es el guorld
Para un ángel con sexo
Qué long es la vida
Hundido in de esnou
Qué short el momento
En que ella te mira
Qué dura es la herida
Contra el pavimento
De fainal is nau
Yu ar onli un fardo
Tirado en el suelo
Ou, mai suit Gerardo.

(“Blues for Gerardo” de la ópera “Porqui And Best Güiz de Rapsodi In Blu Ensamble Yas Broders Cuartet” de Yors Guersuin, interpretada al piano por Arzur Rubinstany y cantada al órgano por Silvio Fernández Melgarejo)





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