martes, mayo 31, 2011

 

--CARTA A LOS LISTOS--

PRÓLOGO
Desde hace muchos años -pero cada vez me pasa más- cuando escribo la palabra "intelectuales" refiriéndome a los escritores, científicos, filósofos, sociólogos, sicólogos, artistas, economistas, y demás sesudos de prestigio, no sé si colocarla entre comillas o no. He pasado a lo largo de mi vida, de la admiración juvenil por ellos, al estupor maduro, y sospecho que en mi postmadurez ya ando a un centímetro de odiarlos. 
Cuando cualquier problema-fenómeno se genera en la sociedad, un ejército de intelectuales acude a su análisis como irían las moscas a una mierda espolvoreada de azúcar.
Entrevistas radiofónicas, vídeos, televisiones, blogs, prensa papelera, prensa digital, conferencias, tertulias…
Ahí los tenemos con sus conocimientos y su sabiduría. Sí, ahí los tenemos, pero ¿haciendo qué? (Pensémoslo un poquito más: ¿haciendo qué?)
Analizando, ANALIZANDO, señores. Analizando y midiendo sus visiones con las de sus colegas o competidores, opinando, desmenuzando el fenómeno, vaticinando su trayectoria triunfal o su muerte, buscándole las pegas, los errores, desvelando sus antecedentes, aplaudiendo o insultando a sus protagonistas, extrapolando o comparando lo que acontece con otros fenómenos pasados, haciendo pedagogía universal, escribiendo artículos perfectos, inteligentes e incluso poéticos al respecto, desgranando la condición humana, filosofando con excelsa brillantez, detallando con ingenio pros y contras, adhiriéndose a la causa, desmarcándose de ella o argumentando su sobrio escepticismo, criticando los motivos o a los autores, ofreciéndose a colaborar incluso con los implicados, etc.
CARTA
Queridos "intelectuales" que simpatizáis con el 15M:
Desde un humilde Graduado Escolar me gustaría deciros que analizar las cosas está muy bien, ok, pero hasta yo sé hacerlo.
Mirad, estoy hasta los cojones de gente ilustre inundando los medios con sus análisis respecto del 15M. Joder, si sois los más listos, los más documentados, los más certeros, los más mediáticos y los más visionarios, ofreced soluciones o ideas y dejad de florear discursos y textos con lo que está pasando, que lo que está pasando, está pasando, y ya lo sabemos todos; que una obviedad por muy bien escrita que esté, sigue siendo una obviedad, joder, que siempre parece que busquéis el aplauso en vuestras intervenciones, que la calle no está dirimiendo vuestra excelencia sino la indignidad y podredumbre de una clase dirigente, la estafa al pueblo y la injusticia en definitiva. 
"Intelectuales" que empatizáis con la gente o que os consideráis parte de ella, acabad de una puta vez con los análisis y aportad vuestras ciencias al mundo como las aportamos en la medida de nuestras posibilidades los que no tuvimos la suerte de nacer con tan fecundos cerebros.
O sea, que os ruego, os imploro, os suplico, que en vez de estrujaros las meninges con tan estériles analíticas, uséis vuestros talentos en direcciones prácticas y productivas, porque si no lo hacéis así, por mí os podéis ir a la mierda en fila de a uno. 

sábado, mayo 07, 2011

 

--NOCTURNO DIESEL--

Me yergo cenital: son cosas, ya ves. 
Las ganas de mear asesinan de nuevo la noche.
Tengo la boca de garrafón agrio y los bolsillos vacíos.
Nunca llevo dinero en el pijama.
Chupitos de gasoil.
Hijoputa de tabernero.
Ventana.
Visillo.
La bombilla moribunda de la calle ilumina el farol y casi.
Bajo él, un paraguas oscuro cubre al sujeto de largo abrigo. 
Tiene los pies uno al lado de otro. 
En el interior de un par de zapatos. 
Lleva el móvil pegado a la oreja.
Y está asombrándose mucho, parece.
Se ve que oye voces expiradas.
No reconoce ninguna.
Mil frecuencias cadavéricas pronunciadas hace la hostia de tiempo.
Timbres ya ceniza y tierra santa.
Perros atropellados de camión que dan un salto final con lo que queda de sus nervios.
Y que se ven después.
Por el retrovisor.
Allí hubo una cabina telefónica.
La derribaron para construir un espacio en blanco.
El hombre de la acera no sabe que se halla justo encima de un antiguo cementerio de llamadas.
Llamadas muertas que vagan por el limbo.
Donde van a parar aquellas palabras que no fueron capaces de resolver ningún asunto.
Como dioses de otra cultura sin jurisdicción en la nuestra.
Mi alma, la tuya, y la del tipo del paraguas, no andan en su radio de influencia.
Debo volver a la cama.
Me echo un fogonazo de desodorante Williams Ice Blue en los sobacos y otro en la boca: noto que huelo a llamada perdida.
Ah, no me preguntes nunca más si me gusta tu vestido.
Me gusta que vas dentro.
Estoy cansado de repetir todas las cosas ciento doce veces coma cinco.
Y de terminar hablando en decimales como siempre.
Son unidades a las que faltan golpes de cincel.
Como si una llamada las hubiese interrumpido antes de ser concluidas.
Números desmembrados por un camión.
Tropiezo lentamente con objetos cuya ubicación conozco.
Las sábanas no deslizan una mierda.
Es un levísimo sudor por todo el cuerpo, como el de cuando uno va tirando a enfermo.
Estás tan tibia, cariño, que me ahuyentas los malos rollos.
Creo que el individuo del farol se ha colgado.
Como un asqueroso pc.
Te murmuro.
Muy bajito.
Para no partirte el sueño.
Que con uno que se joda ya vale.

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