sábado, noviembre 24, 2018

 

--LOS CUENTOS BREVES DE ARMANDITO LAFOYETTE--


Armandito Lafoyette no era un tipo muy sociable. Y le proporcionaba un gratificante alivio hacer cola en el súper, en el cine, en el autobús, en la seguridad social, o donde fuese, porque eso le permitía ser miembro de un colectivo, formar parte de un grupo, sin tener que establecer relación alguna con ninguno de sus integrantes.

FIN



domingo, noviembre 11, 2018

 

--LA MANIPULACIÓN DE LOS DOCUMENTALES--


Desde siempre nos han hecho creer que los animales se dividen en nocturnos y diurnos. Y yo lleno de indignación estoy dispuesto a demostrar que eso es una mentira intolerable.
Todos los animales, absolutamente todos sin excepción, son igual de animales tanto por el día como por la noche. Porque ya me dirán cómo definiríamos pues a los koalas, que se tiran durmiendo veintidós horas, ¡veintidós horas!
¿Un bicho que está operativo dos miserables horas en todo el santo día, se puede considerar diurno? Vamos, no me jodas. Ni es diurno, ni es nocturno, ni es nada.
Y ojo, que no es un caso aislado: el perezoso duerme veinte, el armadillo diecinueve, el lémur dieciséis y un puto hámster catorce. Eso por citar sólo algunos ejemplos, pero hay muchísimos más. 
¿Al montón de seres que viven en las profundidades oceánicas donde no hay ninguna diferencia entre el día y la noche, qué etiqueta les colocamos? ¿Y a los tiburones, elefantes, o jirafas, que no duermen ni tres horas al día y en siestecillas dispersas de seis o siete minutos?
Pero es que además tenemos en nuestra propia casa la evidencia más contundente de la falsedad mediática.
Nuestros grandes compañeros, los perros y los gatos, que se pegan sobaos doce o trece horas cada día de su vida, ¿qué carajo son, eh?
Pero nada, colegas, los embusteros que producen documentales en la tele, siguen a lo suyo, insistiendo en que los unos son diurnos y los otros nocturnos.
A los gatos, como ven en la oscuridad, los catalogan como bastante nocturnos, y yo digo ok, vale, venga, buen intento, podría colar. ¿Pero qué me dicen de cada vez que por la noche dejo a mi caniche en su cuartito y a la mañana siguiente me encuentro un cagarro y dos meadas extendidas por todo el suelo? ¿Cuándo debo suponer que lo ha hecho si no es durante la noche? O sea, que será todo lo diurno que quieran, pero la realidad palmaria e innegable es que se ha entretenido cagando, meando y dando vueltas justo mientras se supone que debería dormir esperando pacientemente la llegada del alba para llevar a cabo sus repugnantes actividades.
¿Y yo mismo? ¿Yo qué soy, que no hay noche que no me levante de la cama cuatrocientas veces? Para mear, para beber agua, para volver a mear, para ver qué hay en la nevera, para sonarme los mocos y mear, para comer algo, beber y mear otra vez… (Si hasta hay ocasiones en las que me levanto y me quedo como un pasmarote en el pasillo sin saber por qué, ya que ni me estoy meando, ni tengo sed) 
Y de día, lógicamente, todo lo contrario, cabezada va, cabezada viene. Me quedo frito en cuanto pongo la tele sea la hora que sea, e incluso en el trabajo me voy de vez en cuando al lavabo a echar un cierre de ojos aunque sea de cinco minutillos como los paquidermos.
En fin, resumiendo, que según mis concienzudos análisis, los documentales de naturaleza lo único que intentan, junto al resto de programas, es intoxicarnos con informaciones falsas para instalarnos en la ignorancia. Pretenden que al final no tengamos ni puta idea de nada y seamos tontos día y noche.
Eso es todo. Muchas gracias.


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BONUS TRACK
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