domingo, octubre 20, 2024

 

-- PATOLOGÍAS MENTALES SEVERAS--

 

Cuando los trastornos empezaron a darme problemas busqué ayuda profesional y acudí a unos cuantos expertos pero lamentablemente ninguno me sirvió de nada.

Así que como no tengo problemas de dinero, me fui a Rusia a ver al doctor Vladimir Zopenko, el mayor experto en neurociencia del mundo.

-Вы понимаете русский язык?

-No, no entiendo ruso.

-¿Y cómo es que me ha respondido?

-Porque supuse que me estaría usted preguntando eso. Como soy poco entendedor, soy muy supositorio.

-Perfecto. ¿Qué le trae por aquí?

-Tengo trastornos en la mentalidad.

-¿De qué tipo?

-Problemáticos.

-Bien. Empecemos: ¿Oye usted voces?

-No siempre. En ocasiones.

-Concrete.

-Cuando me pongo la radio con los cascos. Cuando veo la tele. Cuando la gente habla.

-¿Y mi voz, la oye?

-Sí.

-Pues me tranquiliza. Eso despeja dudas sobre mi existencia.

-Pero yo no he venido para ayudarle a usted sino al contrario.

-Pues lo está haciendo. Tal vez sea usted absurdo. Y en ese caso no habría más remedio que recurrir a la cirugía para extraerle el organismo.

-Eso debe de ser muy invasivo.

-No, tranquilo, con las técnicas actuales se extrae todo por control robotizado. Accedemos por la nariz. Ni siquiera precisa incisión. Veinticuatro horas observado y a casa. Para la observación tenemos un búho.

-¿Y qué riesgos comporta la pérdida de organismo?

-Bueno, es bastante probable que pudiera tener una experiencia cercana a la muerte o que incluso -no podemos descartarlo- la experimentase por completo. Por cierto, ¿ha tenido usted alguna experiencia cercana a la muerte?

-Bueno, sí, he visitado varias residencias de ancianos y tanatorios.

-¿Y no ha sentido como si por un instante pasara toda la vida por su mente en plan flash o trailer de película?

-¿Mi vida?

-No, hombre. La de alguno de los hechos polvo del asilo o la del difunto del tanatorio por reflejo empático.

-No.

-Bien, eso es buena señal. Sigamos: ¿Tiene fobias?

-Si, a las serpientes. Tengo ofidiofobia extrema. Me dan miedo hasta las de plástico. De joven estaba con mi novia en un crucero y un tipo me puso una pitón sobre los hombros para hacer la típica foto de recuerdo. En cuanto me di cuenta me desplomé y estuve en coma seis meses coma tres días. Ahí sí que me paso la vida por delante.

-Perfecto. Y seguramente vio que le llamaban desde una luz al final de un túnel.

-No, qué va. La vida que me pasó fue la de la serpiente. Desde que era sólo un huevo, cuando se comió su primer ratón, cuando se echó pareja, cuando la capturaron en la selva, todo, hasta que acabó en ese barco echándose fotos con los guiris.

-Pues sí, lo cierto es que está usted muy trastornado. Su estropicio mental sería de cinco en una escala del uno al seis.

-¿Y del uno al cuatro?

-Espere que lo calculo: un dos con setenta y ocho. Más o menos. Las matemáticas no son una ciencia exacta.

-Así pues, ¿me operarán o no?

-Sí, casi con total seguridad, pero antes debemos estudiar el caso todo el equipo involucrado, anestesista, radiólogo, robótico, informático, enfermero, celador, portero de quirófano, becarios, estudiantes en visita escolar… y yo naturalmente como mejor psiquiatra del mundo.

-Vale.

-No obstante, antes de la cirugía deberá usted someterse a un periodo preoperatorio para confirmar definitivamente que está trastornado y que no es un cuerdo gastando una broma.

-¿Y en qué consiste?

-En una reclusión en el Vaticano. Son diez días para saber si usted realmente está trastornado. Es una prueba de contraste. Si pasado ese tiempo vemos que no destaca entre ellos, es que ha dado positivo.

-Vale.

-Bueno, pues ya está. Ahora le imprimo todo el proceso y le doy el papelito con las instrucciones. 

-Muchas gracias. Es usted una eminencia. ¿Le pago ya?

-Sí, por favor. Buenas tardes.

-Buenas tardes. Gracias de nuevo.




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