martes, marzo 26, 2024

 

--RELATO DE TERROR HORRIBLE--


 Josefa C.L. y sus hijos, Mariana, Ernesto, Lucía y Gonzalo se quedaron de petrificados aquella noche cuando se disponían a cumplir las últimas voluntades de Alberto R. F., esposo de ella y padre de los chicos.

El difunto, antes de serlo, cuando supo que le quedaba poco tiempo de vida, dejó escrito en un papel que quería que sus cenizas, en la noche de todos los santos, fuesen vertidas al río donde él solía ir a pescar. 

Con una linterna, los hijos y la madre se acercaron a la orilla. El viento ululaba agitando los chopos, la noche era fría, desapacible, oscura, cerrada, sin luna ni estrellas. Todos estaban inquietos.

Gonzalo, tomó la urna de las cenizas y al abrir la tapa, sus ojos se desorbitaron horrorizados, sus manos temblaron y su garganta lanzó un grito estremecedor mientras la caja caía al suelo. Todos se asustaron y le preguntaron qué pasaba. Pero a Gonzalo, paralizado por el terror, no le salían las palabras, hasta que como pudo balbuceó un "mirad eso, mirad eso" señalando la tapa de la urna.

En la parte interior de la tapa, se podían apreciar claramente unos profundos arañazos: ¡Su padre había sido incinerado vivo!




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