martes, marzo 26, 2024
--¿INSTINTO ANIMAL?--
Cuando uno ve documentales sobre bichos metidos en peleas multitudinarias, como cuando se encuentran dos grupos de chimpancés disputándose un territorio, se queda flipado pensando en cómo se distinguen unos y otros en el fragor de la batalla. Porque siendo todos idénticos y a la velocidad que se enzarzan, ¿cómo carajo pueden saber quién es de los suyos y quién no?
En ese vertiginoso enredo de mordiscos, arañazos y golpes en que no da tiempo para mirar con calma ni oler a los demás, la única manera de saber quién es de tu bando y quien del enemigo, es el puro instinto animal; algo que los seres racionales no alcanzamos a comprender porque lo hemos ido atrofiando a base de años y años de no usarlo.
Por eso cuando los ultras de fútbol se lían en sus batallas campales, distinguen de entre las sillas, mesas, botellas y piedras que vuelan por las terrazas y el humo de los antidisturbios, quién es de su banda y quién no, aunque vayan todos iguales, vestidos de negro, con casco, pasamontañas y botas militares. Es el instinto, el más puro instinto primitivo. Les aflora el chimpancé que llevan dentro.
