domingo, noviembre 19, 2023

 

--EUFEMISMOS NO, GRACIAS--

 Los documentales de fauna, además de humanizar de forma absurda todas las actitudes y comportamientos de los bichos, también pecan de edulcorar la realidad, una realidad que cambia mucho dependiendo de quién la padezca.

Por ejemplo en el desierto de Arabia habita el lagarto de cola espinosa, o el más fotogénico uromastyx ornata; pues bien, para los escarabajos que son su principal dieta, estos reptiles se llaman "los putos lagartos hijos de la gran puta uromastyx". Y para los gerbillos de Cheesman, el zorro rojo o el lobo árabe son " el sarnoso lobo de mierda" y "el zorro conchasuputamadre". Del mismo modo, para la alondra ibis el aguilucho papialbo no es otra cosa que "el pajarraco sicópata cabrón".

Y, bueno, sería interminable comparar el nombre que da la ciencia a los animales con el que le dan sus víctimas. Así pues para las hienas los leones no son unas soberbias pantheras leo, sino "los asquerosos hijos de puta de color tierra" y para los leones las hienas no son unas hyaenidaes del suborden de los feliformes, sino "ese puto cáncer de la naturaleza, que les voy a reventar la puta cabeza y se les van a acabar las risas". 

En fin, la cosa es que si les quitásemos todo el exceso de sacarina a los documentales, se ajustarían mucho más a como son las cosas de verdad y su labor educativa no se vería distorsionada por esa capa de glamour que de ningún modo existe entre unos seres que en lo único que piensan todo el santo día es en asesinarse.

Alguien tenía que decirlo.

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BONUS



                   


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