domingo, octubre 15, 2023
--LA MUERTE DEL HEREJE--
En tiempos de los Reyes Católicos la nobleza solía colocar a sus hijos en el ejército, en la política, en la corte, etc. y normalmente al último lo metían en la Iglesia.
Eso fue lo que pasó con el joven Pío Teodoro, el benjamín de Don Ramiro Mierdalojo del Encinar Núñez- Balbuena y Doña Águeda Castañada de Moriles Aguirre Sotogrande.
A la edad de quince años lo ingresaron en el monasterio dominico de San Esturión de la Perca, con la esperanza de que alcanzase algún día el puesto de abad o de prior o algo.
Una vez dentro del mismo, las férreas normas y la estricta disciplina de la congregación supusieron un fuerte impacto en la mentalidad del chico, que no acababa de comprender alguna de las obligaciones. Sobre todo la de retirarse a sus celdas una vez al día para autoflagelarse con el cilicio y purgar vete a saber qué culpas. Así pues, no tardó mucho tiempo el prior, que todo lo vigilaba, en darse cuenta de que los quejidos y lamentos del joven novicio parecían más fingidos que veraces. De modo que acercó su ojo a la cerradura y contempló con estupor que el chico había sustituido las tiras de cuero del flagelo por un suave pañuelo de seda.
Lo llevaron ante el tribunal de la Santa Inquisición y allí le preguntaron por qué burlaba los mandatos de la orden y además intentaba engañar al mismísimo Dios simulando un sacrificio que no se infligía. Y Pío Teodoro Mierdalojo del Encinar y Castañada de Moriles, respondió valientemente que él no se montaba putas películas, y que si él no se las montaba, aún menos se iba a comer las gilipolleces que se montaran unos putos tarados de mierda.
Teodoro, por supuesto, fue condenado a morir en la hoguera, y cuando la estaban encendiendo, dicen que les comentaba a los verdugos: “Eh, colegas, que sepáis que a mí la carne me gusta muy poco hecha, nada, un puntito y ya.”
FIN
Nota aclaratoria: He cambiado todos los nombres que aparecen en el texto para preservar el anonimato de los protagonistas y para evitarme posibles querellas de sus descendientes, que hoy en día toda publicación en las redes puede resultar peligrosa, que hay mucho mamarracho suelto.