jueves, junio 15, 2023

 

--LA MIERDA EN EL ARTE --

-PARTE UNO-

En los años 80 el artista japonés Kiyako Zuruyaki, dedicó toda su obra a rodar cortometrajes guarros, pero no guarros en el sentido sexuálico, sino en el escatológico, y no escatológico en el sentido de ultratumba, sino en el fecal, es decir, que básicamente hacía películas sobre la mierda.
Su trabajo más emocionante fue una versión muy personal del patito feo. La explico:
Se desarrollaba en el continente asiático. El protagonista era un pequeño pegote de estiércol al que nadie quería. Los escarabajos peloteros lo miraban con desprecio mientras paseaban ufanos sus grandes bolas de acá para allá. No querían ni rozarlo y por eso estaba sumido en una honda depresión.
Pero un día, un fuerte vendaval lo fue arrastrando a sacudidas por el suelo hasta hacerlo caer en un hueco donde acabó enterrado.
Y al llegar la estación de las lluvias se dio el milagro. En el hoyo el viento también había depositado una semilla que aprovechó la suerte de tener debajo al nutritivo pegote de mierda para germinar con facilidad y terminar convertido en un espléndido y frondoso arbusto. Entonces ocurrió que lo vio un elefante que pasaba por allí y relamiéndose de gusto se lo zampó enterito, bayas, ramas, hojas y raíces incluidas, lo que tuvo como lógica consecuencia que el goloso paquidermo produjera al cabo de unas horas un pedazo de boñiga tan grande y hermoso como una sandía. Y a partir de ahí, todos los escarabajos que antes lo rechazaban por considerarlo un escuchimizado cagarro, pasaron a pedirle selfis y autógrafos, asombrados por el increíble cambio que había experimentado. Fin.
Parece mentira que un artista tan brillante como Kiyako, no haya tenido la repercusión que merece.
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-PARTE DOS-
Pocos han seguido a Kiyako Zuruyaki, es cierto, pero quizás el más talentoso continuador del genio nipón haya sido el performer donostiarra Gorka Garrón, un artista polifacético y multidisciplinar al que tampoco se ha hecho justicia.
Gorka, por ejemplo, inspirándose en las magufadas que practica cierta gente por el mundo con las placentas, enterrándolas y plantando cosas en ellas, o lo que también se hace con las cenizas de un difunto para que crezca de él un arbusto o unas flores, ideó una performance en la que él mismo era la pieza artística. La explico:
Cada vez que comía fruta, se tragaba deliberadamente algún hueso de lo que estuviera comiendo, nísperos, albaricoques, melocotones, ciruelas, chirimoyas, o lo que fuese. Luego se iba al campo a evacuar y enterraba con mimo la deposición, grabando todo el proceso en vídeos que luego editaba incluyendo músicas de meditación, canto de pájaros, sonidos de ballenas o letreros como, “de mis tripas surgirá la vida”, o “no caguéis por cagar, donadlo a pachamama”, o “quién sabe si soy yo el padre de aquel cerezo” y cosas por el estilo.
Otra cosa que también hacía es que durante muchos días seguidos comía únicamente alimentos que causaran estreñimiento severo y no se hidrataba apenas, con el objetivo de producir unas heces recias, duras, prietas y de una pieza, como coprolitos, que luego conservaba en urnas para exponerlas posteriormente en salas de arte.
Cuando le preguntaban por qué hacía eso, él respondía que todo lo que se obtiene con esfuerzo, tiene más valor.
Y ya está, este ha sido mi modesto homenaje a ese par de creadores desconocidos para el gran público.
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(Las fotos son por poner algo)







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