sábado, marzo 25, 2023

 

--MI DRAMA SEXUAL--

Amigos, llevo tantos años escribiendo aquí, que me voy a permitir un acto de confianza con ustedes y les voy a contar algo absolutamente personal: mi experiencia vital en lo referente al sexo.
Tuve mi primera relación a los trece años con una chica del barrio. Aprovechábamos que los fines de semana sus padres se iban de excursión, para estar en su casa y enrollarnos. Pero a las tres o cuatro veces ya me parecía que habíamos probado todas las prácticas posibles y se me empezaba a hacer rutinario. O sea, que molaba, sí, pero la monotonía es mortal para la libido. Ya llevábamos por lo menos tres semanas juntos y el tedio se estaba apoderando de mí. Necesitaba estímulos para que la relación no se fuera al traste, así que fui a un bazar de los chinos y compré juguetes de plástico de esos que tienen allí, esposas, pistolas, sombreros vaqueros, disfraces de enfermera, caretas de vampiro, etc. y empezamos a montarnos películas y a imitar al cine de adultos.
Eso duró bastante tiempo, unos dos meses, pero al final también se agotó.
 
Para no alargar el relato en demasía, diré que hasta los veinte o veinticinco años tuve varias parejas y con cada una de ellas experimenté cosas nuevas, porque el sexo me tenía todo loco: ¿Cómo puede ser que la cosa que más me gusta en el mundo, necesite innovaciones continuamente? Qué gran enigma.

Y bueno, a lo que iba, la cosa es que con una de mis parejas, para mantener viva la llama, decidimos acudir a un club de intercambio para ver qué tal. Y durante algunas sesiones no estuvo mal, pero pronto lo dejamos, en primer lugar porque ya nos aburrió, y en segundo lugar porque algunos intercambiantes eran más feos que la dentadura de un camello.
Con otra chica que tuve una relación muy larga -por lo menos ocho meses- el tema dio de sí como para meternos en muchas más probaturas. Empezamos con sadomaso flojete, luego pasamos a contratar puterío, luego a vestirnos de bailarina, bombero, monja, luchador mexicano, sardanista, empleado de banca, etc. pero ya con trajes bien hechos. A continuación subimos otro nivel y con la participación de más gente, hicimos una versión nudista de West Side Story que resultó muy gratificante. También estuvimos en orgías, y muy bien, oigan, pero ahí te tira para atrás que hay mucho ansioso. Como anécdota puedo contar que en una de esas bacanales multitudinarias, mientras yo le hacía un cuni a una chavala, un tipo que estaba a mi lado empotrándose a otro, me tocó en el hombro y me dijo con los ojos desorbitados: Oye, colega, ¿te lo vas a acabar todo?

Bueno, y ya con mis últimas parejas francamente no sé ni qué hacer. Es que lo he probado todo. Dominio, sumisión, tántrico, zoofilia... Por cierto, lo de la zoofilia no empezó de golpe sino como algo gradual. En una de esas etapas en las que ya ningún estímulo me parecía suficiente, con una de mis ex probamos de hacerlo con presencia de público. Llenamos la habitación de sillas rodeando la cama y eso nos excitaba bastante, sobre todo cuando aplaudían o jaleaban alguna acción. Pero, como todo, también se nos fue quedando corto y decidimos incluir entre los espectadores a un burro, tres gallinas y una oveja. Y sucedió lo que tenía que suceder, que poco a poco se fueron involucrando y pasaron de espectadores a actores. Luego necesitamos también disfrazar a los animales para renovar las excitaciones y volvimos a repetir toda nuestra evolución anterior con ellos, hasta que llega un punto en que todo es siempre lo mismo, repetir y repetir una y mil veces las mismas cuatrocientas cosas.
 
Y bueno, para terminar a modo de resumen, habrán ustedes podido concluir que para mí en esta vida todo acaba derivando en el sexo, pero qué va, que me lo he inventado, que es mentira, que yo no me he comido un rosco en mi pajolera vida.



 


Comments:
Póngalo en su Facebook, señor Blas.
 
Vale.
 
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