Blas Deker.-- Caras B y Rarezas.

Cuando al Todopoderoso le pareció que los hombres le habían salido malos y que convenía ahogarlos, llamó a Noé y le ordenó que construyera un arca y que metiera en ella a su familia y a una pareja de cada especie animal. La idea era empezar de cero, borrón y cuenta nueva.

Noé estuvo un rato pensativo y le surgieron ciertas dudas sobre lo de meter a todas las especies, pero ni de coña iba a discutir con Dios.

Pues bien, la cosa es que cuando el buen Noé hubo embarcado a su familia y a una pareja de animales de cada especie, comenzó a llover como jamás había llovido. Y en cuarenta días y cuarenta noches de colosal diluvio el mundo se inundó por completo.

Sin una mota de tierra en el horizonte, estuvieron noventa días a la deriva, hasta que las aguas empezaron a descender poco a poco y pudieron fondear en una playa.

Lo cierto es que de todos los animales que transportó el arca, sólo sobrevivieron los terrestres, ya que los acuáticos se murieron por estar fuera del agua y según las características de cada especie, más pronto o más tarde fueron palmando todos. 

Y eso fue precisamente lo que salvó al resto de animales del arca, porque si no, en tantos días de navegación, hubieran muerto de hambre o se hubiesen devorado entre ellos. Así pues durante la travesía los carnívoros se iban comiendo a los peces y los herbívoros pudieron sobrevivir igualmente alimentándose de los hongos y musgos que se formaban en los grandes cetáceos a medida que se iban pudriendo.

Noé pensó al recibir la orden de embarcar a todas las especies, que subir a bordo fauna marina para salvarla de una inundación era una gilipollez, pero Dios lo tenía todo previsto: servirían de víveres. Porque Dios nunca se equivoca. Y si le sale algo chungo, lo ahoga y listo.

# posted by Blas Deker @ 11:55 a. m.