domingo, mayo 01, 2022

 

--BROMAS DE LA NATURALEZA--

 

La Madre Naturaleza tiene unos caprichos que son dignos de estudio. Sin ir más lejos, el tamaño del miembro viril. 

(No entraremos a valorar las medidas extremas ni por pequeño ni por grande - porque ahí las diferencias son de auténtica locura-, sino en lo que vienen siendo las tallas más habituales) 

Tan corriente pues es tener la chorra de diez centímetros, como de quince. Dicho esto, la broma de la Naturaleza es harto evidente: 

¿Por qué en el miembro masculino se da una diferencia de medidas tan absurda, y no ocurre lo mismo en las demás partes de nuestra anatomía? ¿Eh? 

¿Por qué nadie tiene el fémur, por ejemplo, de 75 cms. y el resto de huesos estándar, o los globos oculares como los de un caballo? ¿Eh? No tiene sentido.

A ver, es como si tuviésemos a dos personas de 1'80 de altura y una calzase un 45 de zapato, y la otra un 50% más, o sea nada menos que un 67. Parecería un buzo o un payaso. 

Si esta aberración proporcional se la aplicásemos a la cabeza, alguien con un cráneo el 50% mayor de la media -con el resto del cuerpo normal-, no podría ni hacer una simple reverencia japonesa, o asomarse a un balcón sin llevar una mochila llena de cemento a la espalda para hacerle contrapeso. En fin, que lo que pasa con la minga, no ocurre ni con la columna vertebral, ni con los dientes, ni con las costillas, ni con nada. Nadie tiene los intestinos tres o cuatro metros más largos que el resto. 

¿Y por qué hace estas cosas la Naturaleza? ¿Eh?

Dejo la pelota en el tejado de la comunidad científica, que sabe un huevo de cuántica, de fotones y de microchips, pero no tiene ni puta idea de las cosas obvias y elementales.




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