sábado, diciembre 14, 2019

 

--EL SIGLO DE LAS FANTASMADAS--

I
Las cervezas artesanas son el postureo hecho bebida. Y hay trillones. Más que hormigas. Todo cristo hace una y cree que es la rehostia. Yo no las conozco todas, por supuesto, pero lo que puedo asegurar es que si he probado cien, noventa y siete eran prácticamente idénticas.
El primer sorbo tiene algo de gracia, pero no llevas ni medio vaso y ya la tirarías al váter. Porque la cerveza artesana harta, empacha, es pesada, cargante y aburrida.
En las ferias que se montan los ayuntamientos para promocionar las doscientas mil que se hacen en cada comarca, ocurre que vas probando una, otra, y otra, y rápido acabas hasta los cojones de ese empalagoso mejunje de cebada y lúpulos amanzanados, acerezados, aframbuesados, acafetados, achocolatados, arregalizados, etc. que sabe a cualquier cosa menos a cerveza. Estoy seguro de que si colasen en uno de esos festejos la Karlskell sin alcohol del ALDI, nadie la distinguiría.
La cerveza artesana es una de las fantasmadas más grandes de la última década. Todas tienen su puto rollo en el folleto publicitario; que si es suave de entrada con amargor delicado y persistente con notas de ciruela.., que si tiene fuerza, carácter y densidad de espuma de colchoneta..., joder colega, menuda mierda.
II
Me recuerda al rollo de los vinos, que aunque sean del súper y valgan dos euros y medio, en la etiqueta aseguran que proceden de unas uvas selectísimas de las mejores viñas, que han estado quince días en barrica de aluminio francés, que tienen el punto de acidez equilibradamente afrutado, con color teja rubí cristalino, con retrogusto de trufas, y que van perfectos para caza, chimpancé frito y queso manchego.., y luego resulta que es un abrasivo caldo avinagrado que te arruina la digestión.
III

Y ese pegoterismo snob de las cervezas artesanas también se puede aplicar a la propia gente en general. Es muy habitual que cuando conoces a personas nuevas y quedas para tomar algo o cenar, en las primeras citas todo sea un alucine de sintonías: si tú dices que te suele gustar el cine con contenido, los museos o la literatura, ellos inmediatamente afirman que les encanta el cine que hace pensar, que se leen unos libracos de 900 páginas y que como viajan mucho, han estado en todos los museos famosos del mundo.
Y al pasar del tiempo y las quedadas, vas comprobando que no conocen ni una puta peli de las que se supone que les encantan porque lo último que han ido a ver al cine es mamma mía, el rey león y dos de marvel, que no han leído una mierda nunca ni piensan leer nada de lo que les recomendaste, y que finalmente van a los museos como van a la playa o al Port Aventura. Y eso sin entrar ya en el tema ideologías, que al principio todo es comprensión, raciocinio y bonhomía, pero poco a poco con la confi, se les van deslizando opiniones que delatan su auténtico pensamiento.

Y bueno, en resumen la cosa es que a mí me gusta beber cerveza, no gel de baño, me gusta el vino, no el aguarrás, y me gusta que la gente no sea como la gente.






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