domingo, octubre 17, 2010

 

--CON ZIRI EN EL COGOTE--

Esto era una vez en una kedada-botellón de tíos donde habían muchos tíos diferentes...


Dice un tío medio pobre: El día en que se inventó el tractor, miles de bueyes se quedaron sin trabajo.
Y añade un sentencioso: Mejor extinguirse que vivir para trabajar.
Y remata otro: Dignidad o muerte!
Entonces un tío semiestudiado dice: Cada época debe examinarse conforme a sus circunstancias históricas. No es lo mismo el siglo 14 que el veinte.
Un tío muy puntualizador puntualiza: Es lógico, el hombre varía según sepa más o sepa menos.
Dice uno: La dignidad también varía con los tiempos. Depende de qué sepa el hombre y de los medios con que cuente para realizar eso que sabe.
Y un puntilloso dice: Ya, pero ¿qué es la dignidad hoy?
Y un abogado contesta: La dignidad es la posibilidad de defenderse sin importar lo fuerte o débil que se sea.
Y un tío dice: ¿Estás de coña? Si un empresario le pega un puñetazo a uno de sus currantes, en el juicio el agredido conseguirá con suerte dos o tres mil euros y a cascarla, nen. Pero si un obrero le pega en los hocicos a su empresario, la sentencia será muy diferente. Un batallón de abogados mejores que tú se encargarán de joderlo bien jodido para que no se animen otros.
Y se recochinea uno: Siglo XXI.
Y se ríe otro: Sociedad moderna, desarrollo, derechos, justicia, tecnológica punta.
Y un galeno dice: La dignidad no está constituida por una sola materia. Dignidad también es que un enfermo sea atendido sin tener en cuenta su condición.
Y un sindicalista rasta dice: Jamás he visto a un burgués haciendo cola en el ambulatorio.
Se suma un parado diciendo: Es que sus dolencias son de alto standing.
Un filósofo amateur cambia el rumbo de la conversación y dice: Si lo que valía para el medievo no vale para el siglo XXI, quizás no fuera una tontería valorar si algún progreso tecnológico debiera detenerse temporalmente para dedicar los talentos humanos a problemas más acuciantes. No sé, digo yo, eh.
Un bloguero de la internet dice: Lo cierto es que ahora mismo mientras hablamos, hay un montón de cerebros dedicando sus jornadas a desarrollar limpiadores cada vez más eficaces contra la grasa de los hornos. Y a la vez otros tantos científicos currándose la técnica pirolítica para que no se necesite el quitagrasas.
Un despistado dice: Joder, si no hace falta el limpiahornos, los trabajadores que curran en las fábricas que los producen, acabarán en la calle.
Uno de antes recuerda: Como los bueyes, tío, ya te digo.
Y un tío que pasaba por allí dice: Dignidad es que nadie haya de soportar putadas para las que hay remedio.
En ese instante un anciano susurra: ¿Y tú qué dices, Ziri? Que no has abierto boca.
Y Ziri dice: Lo que tengo muy claro es que si a las élites profesionales les calzasen el mismo salario que a una cajera del súper, automáticamente se irían a tomar por culo el 99% de las "vocaciones". (Pero me parece que esto ya lo dije por primera vez en el 75)

Y entonces olvidaron lo dicho y todo fue jolgorio y algarabía. Los tíos bailaron, rieron y bebieron hasta el amanecer.

Comments:
Las élites profesionales, los hijos de L'Oréal, justifican el lugar que ocupan cagados de razones -les sobran meritos y caca-, el absurdo de El ángel exterminador no les hace mella y su lógica se les escapa pero, por soberbia de clase, se dicen capaces de apreciar el surrealismo…, y es que Buñuel está consagrado. Todo lo entienden, todo lo conocen. Todo se lo comen porque ellas lo valen.
 
Yo la verdad es que no entiendo el surrealismo. De hecho, no entiendo nada con el prefijo pos- o su-, me he quedado en los conceptos de primaria: después y debajo.
 
A veces le sale a uno el obrero azotado que lleva fuera. Rogamos disculpen. Uno es la suma de la leche que mamó más las hostias que le dieron más las tertulias que tuvo más los amigos que se echa más los etcéteras que se le van pegando día a día como actualizaciones de ordenateur compiuter.
 
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