martes, diciembre 26, 2006

 

--LA MULTISALA--


Se van apagando las luces, se van atenuando los carraspeos y las charlas, se van acabando de sentar los rezagados...
La música creciente de violín, las letras que bajan como chorretes por la pantalla...
Empieza la peli: En una casa de clase media alta, una bella mujer sale al porche llevando un café con leche en la mano. Le sienta muy bien esa especie de kimono que viste. Ya está peinada y maquillada. Mira en el cielo al día que se estrena despejado y tibio. Mira la hierba como un tapete sedante. Más allá del césped, mira también esas tablillas de teca goteadas de humedad nocturna que rodean la piscina....
En el interior de la vivienda se oyen movimientos, puerta que cierra, puerta que abre, cisterna de lavabo, grifo abierto: El marido parece que se levanta, como cada sábado, un poco más tarde que ella.

En la sala de proyección, un montón de gente. Cuatro amigos quinceañeros. Dos de ellos se llevan a la boca palomitas pintadas de colores, uno blancas, y el último, que no ha comprado, simula que las come porque de mayor quiere ser mimo.
Un tío de 42 tacos, soltero, alcoholero, canutero, putero y gastrítico está en el cine por echar la tarde en algún lado y va pensando mientras en la pantalla no ocurre nada, que no puede ser creíble la película: al prota lo ha visto ya mil veces, haciendo de cura, de bombero, de policía, de asesino, de magnate, de sintecho, de travestido, de astronauta, de rabino y de presidente. En todas el actor en racha, según la moda. Entonces decide cerrar los ojos y relamerse de la juerga que se corrió la pasada noche. Qué buena que estaba la Vero. Me empalmo de pensarlo.
Un par de divorciadas recientes, domingueras de buen ver que se han conocido en una asociación de mujeres, lo detectan desde atrás y se ríen de él por lo bajini. Ya se le veía pinta de no haber dormido mucho. Careto de estrago.

La tía de la peli se llama Norma. Se ha sabido porque acaba de ir al buzón y en la carta que ha sacado de dentro y ahora lee, venía escrito ese nombre.
Pero no pasa nada. Una parte del público sospecha tostón y se menea en el asiento como si se incubaran los huevos, cambiando el peso de un glúteo a otro.
No aparecen más personajes de momento y el marido aún anda por la casa sin dejarse ver. Las secuencias son muy largas y la música obsesiva. Norma va a la cocina y deja la taza en el lavaplatos. Abre un armariete tipo verdulero y coge una manzana. Cuando le da el primer mordisco, unos pasos arrastrados le indican que su marido ya bajó y debe andar por el salón.
En la cuarta fila de butacas, visto desde atrás, un tipo larguirucho que se ha sentado al lado del pasillo, intenta acomodar sus piernas hacia afuera. La chica que lo acompaña, su novia o algo, le aparta un poco el flequillo con el dedo y le ofrece conguitos.
Hay un chaval por ahí esquinado, con gafas y aire de universitario comelibros que se llama Oriol, que atiende a la proyección pensando en paralelo: La película lleva en cartel dos semanas y siempre con la sala llena.... ¿Cómo es que tanta gente quiere ver lo mismo.?... Acerté al elegir antropología.... Sicología de masas, fascinante.... La masa se sacrifica si algo la convence de que algo es divertido... Vaya, vaya.... Más de dos millones de personas en toda España ya se han tragado esta castaña.... De las cuales, por pura estadística, más de un millón se habrán estado aguantando los gases durante una hora y tres cuartos. Pero es una peli que hay que ver. Es profunda, está bien hecha, es de un director potente y salen los actores del momento... Ja.

Calla, que parece que va a pasar alguna cosa.
Norma está todavía en la cocina. El marido va por la escalera subiendo al primer piso. Se le ve de espaldas, con el batín y las zapatillas de andar por casa.
De pronto suena el teléfono del comedor y se corta la música de fondo. Ella no muestra la intención de ir a cogerlo, pensando que su marido estará más cerca. Sigue sonando. Él se detiene en el rellano, esperando que Norma vaya. Y el teléfono sigue sonando...

-¿Lo coges, cariño.? Grita Norma.
-No, no, mi amor, mejor lo coges tú, que yo aún no voy afeitado.


FIN

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