martes, agosto 08, 2006

 

--EL ARCIPRESTE DE UTAH--



Hoy en este curso acelerado de verano conoceremos un poco a John Ruiz, El Arcipreste de Utah.
Vivió en el siglo XIV en un estado de lo que fuere a la postre la América.
Ingresó en la Armada de Su Alteza real, el Conde de York con la idea de conquistar el reyno de Nafarroa y de ahí pasar a Segovia, Salamanca, Soria, Sevilla, y todas las ciudades principales que empezasen por S.
Una industra ambiciosa que no regateaba en dificultades.Era también en los ratos de holganza, el mayor poeta de la fragata, dueño por demás de grande ingenio y talentura.


Unos versos rescatados del olvido dicen así, (en castellano antiguo):
Y pues de todo bien es comienzo y raíz
María, Virgen santa, por ello yo, John Ruiz,
Arcipreste de Utah, aquí primero hiz
un cantar de sus gozos siete, que así diz:
Siete lupeznos tien la lupa
Siete lupeznos al tras de la escoba
Uno me da leche
Otro mantecadas
Otro me da penas
E los otros quatro nada.



Se decantó por el idioma de Castilla tras comprobar que el uso de lenguas muertas producía halitosis.

El Libro del Buen Humor es su obra más destacada.

CAPÍTULO 6
En la travesía por los mares atlánticos, la navegación se prolongaba durante años y era por tanto aburrida. Se comían encurtidos, salmorras y cueros, con lo cual la única distracción era el escorbuto.
John Ruiz, sin embargo, de natural bromista y creativo, siempre estaba urdiendo ardides, tejemanejes y artimañas para despertar el gracejo de la tripulación.
Se escondía en la parte de delante del barco, por fuera, y desde allí asomaba sibilino para tirar latas de orines a las espaldas de los que pasasen confiados. Ellos creían que eran simples salpicaduras de la mar, pero luego hedían como demonios agrios*.
O si no, les azuzaba ratas a los tobillos, les clavaba agujas de tejer redes en el culo, etc.
Pero era querido. Le llamaban el más cabrón de proa.
Eso tiene su reflejo en estos versos de su puño y letra:


Cualquiera que lo oiga, si hacer versos supiere,
puede más añadir y enmendar, si quisiere;
ande de mano en mano, téngalo quien pidiere,
cual pelota entre niñas, tómelo quien pudiere.
Ya que es de Buen Humor, prestadlo de buen grado
no desmintáis su nombre, no lo hagáis reservado
ni lo deis por dinero, vendido o alquilado,

porque pierde su gracia el Buen Humor comprado
No corta el mar sino vola

un velero bergantíes
De acuesta a acuella confinadura

Con cien caniones del colorado.

John Ruiz.
(Fin de la primera parte.)

*Era creído en esa época que los demonios segregaban azufre con vinagre al sentirse amenazados a través de una glándula que se hallaba bajo su cola. Y que la Tierra era hexagonal de color malva, se movía en sentidos pendulares y por la noche se daba la vuelta para no ver la luz del sol y poder dormir sin necesidad de cerrar los ojos..

Notas a pie de página: Foto uno- Fragata del protagonista.
Foto dos- Retrato de una persona.
Foto tres- Talla de madera tradicional que se colocaba en el morro de los navíos y a la que se agarraba John Ruiz para esconderse en sus travesuras. (Y todo sea dicho, de la que salía sudoroso y con muy buena cara.)

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